De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Valéria Macedo/ISA, 2005

Ikolen

Autodenominación
Digut
¿Donde están? ¿Cuántos son?
RO 691 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Mondé

Los Ikolen, también conocidos como Gavilán, hablan una lengua de la familia Tupi-Mondé. Habitan en la cuenca del igarapé -brazo estrecho o canal de río, característico de la cuenca amazónica- Lourdes  y otros afluentes del río Machado (o Ji-Paraná), en el estado de Rondônia, próximos a la divisa con Mato Grosso. Su población se distribuye en seis aldeas, todas estas, localizadas en el interior de la Tierra Indígena Igarapé Lourdes, que comparten con otro grupo indígena: los Karo.

Nombre

Este pueblo se autodenomina Ikolen, término que en su lengua significa literalmente “gavilán”. Por esto mismo, los Ikolen acostumbran a ser llamados de Gavilán o Gavilán de Rondônia –una forma de distinguirlos de los otros grupos indígenas también conocidos como Gavilán: los Gavilán Parkatêjê (Pará) y los Gavilán Pykopjê (Maranhão).

Otra designación, menos usual, es Digüt o Digut, resultado de un mal entendido por parte del antropólogo Harald Schultz, que había tomado equivocadamente el nombre personal de un interlocutor indígena como la auto-denominación colectiva de los Ikolen.

Lengua

Los Ikolen hablan una lengua del tronco Tupi y de la familia lingüística Mondé (Tupi –Mondé), genéticamente emparentada con las lenguas habladas por sus aliados Zoró y sus antiguos enemigos Paiter y Cinta-Larga.

Localización

Vista aérea da maloca dos índios Gavião, Terra Indígena Igarapé Lourdes (RO). Foto: Kim-Ir-Sen/Agil
Vista aérea da maloca dos índios Gavião, Terra Indígena Igarapé Lourdes (RO). Foto: Kim-Ir-Sen/Agil

Los Ikolen habitan la región de la cuenca del igarapé Lourdes y otros afluentes del río Machado (también conocido como Ji- Paraná), en la región este del estado de Rondônia, divisa con Mato-Grosso. Hasta el inicio de la década de 1940, los Ikolen ocupaban algunos formadores del río Branco, en la cuenca del río Aripuanã, región en la que mantenían estrechas relaciones de convivencia e inter-casamientos con los Zoró, y por esto eran frecuentemente confundidos con estos. Después de sufrir ataques de los indios Paiter y Cinta-Larga y de ser hostilizados por los hacendados, los Ikolen fueron para la actual área de ocupación, instalándose en las cabeceras del Igarapé Lourdes, en la Sierra de la Providência.

La población Ikolen se distribuye en seis aldeas: Igarapé Lourdes, Ikolen, Cacoal, Nova Esperança, Castanheira e Ingazeira [datos de 2008]. Todas estas aldeas están situadas en la Tierra Indígena Igarapé Lourdes, aproximadamente a sesenta quilómetros del municipio de Ji-Paraná.

La TI Igarapé Lourdes tiene como limites: el río Machado al oeste; la divisa con el estado de Mato Grosso al este; el igarapé Prainha y una línea seca que parte de este igarapé hacia el sur y, por fin, el igarapé Agua Azul al norte (donde la tierra indígena se sobrepone a la parte de la Reserva Biológica del Jaru).

La mayor parte de esta área está cubierta por floresta tropical abierta y densa, con algunos trayectos de campo en la región de la Sierra de la Providência. Una densa red de igarapés nace al interior de la TI Igarapé Lourdes, formando áreas de planicies inundables y de selva ciliar densa.  

Población

La actual población Ikolen es superior a 520 personas, distribuidas en seis aldeas en la TI Igarapé Lourdes.

No existen datos demográficos confiables anteriores o contemporáneos al contacto con los no-indios. Las primeras referencias disponibles sobre la demografía de los Ikolen fueron recogidas a partir de 1975. Por consiguiente, es difícil estimar su evolución poblacional.

De acuerdo con los relatos, entre 1946-1947, la población Ikolen era de 300 personas. Sin embargo, esta información no es precisa debido a la frecuente confusión entre los Ikolen, los Zoró y los Karo.

A mediados de la década de 1960, cuando ocurrieron los primeros contactos con los misioneros y el SPI (Servicio de Protección a los Indios), los Ikolen eran menos de 100 personas. A partir de entonces, su población aumentó debido a la asistencia de la Funai y de los misioneros.

En 1983, ellos totalizaban 220 personas, distribuidas en dieciocho ‘sub-aldeas’ o ‘colocaciones’.

La actual población Ikolen está formada en su mayoría por jóvenes, debido a la gran mortalidad al inicio de los contactos con los no-indios y al crecimiento demográfico reciente. Para tener una idea, aproximadamente 40% de la población tiene una edad igual o inferior a diez años, y las personas con edad inferior a veinte años representan más del 60% de la población.

En contrapartida, el número de personas más viejas es extremamente bajo. En 2004, había apenas ocho personas con más de 66 años de edad. Y son justamente estas personas las que detienen la memoria de los aspectos importantes de la cultura ikolen, como música, mitos, ritos, lengua y cultura material.

Histórico del contacto con los no-indios

Se sabe poco sobre la historia del contacto de los Ikolen con los no-indios. Como muchos otros grupos indígenas, ellos sufrieron los efectos del avance de los frentes de expansión económica sobre sus tierras. En los años de 1940, el segundo ciclo del caucho, y a partir de 1970, la explotación maderera, la colonización y la actividad agropecuaria.

En todas estas relaciones con los no-indios y con otros pueblos indígenas, alternaron períodos de paz, matrimonios inter-étnicos y la inserción en la economía regional con momentos de tensión y de conflictos que, no raramente, terminaron en episodios sangrientos, los cuales las personas más viejas conservan en su memoria. Fue un período marcado por altas tazas de mortalidad, con epidemias de gripa, sarampión, neumonía y malaria transmitidas por los no-indios.

Los primeros contactos de los Ikolen con los no-indios ocurrieron en la década de 1940 y fueron intermediados por los Karo, que mantenían relaciones con los caucheros, en las márgenes del río Machado (Ji-Paraná).

En la década de 1950, como  consecuencia del crecimiento de la explotación del caucho y el inicio de la explotación de minerales en la región, hubo una gran mortandad entre los Ikolen. A partir de 1953, los Ikolen se aproximaron definitivamente de los no-indios, comenzando a trabajar periódicamente como caucheros a cambio de ropa y herramientas. La presencia de los no-indios alteró significativamente las relaciones entre los Ikolen y los Karo, que comenzaron a competir por nuevos recursos introducidos, sobretodo, artículos industrializados.

En 1965, los Ikolen establecieron contacto con los misioneros de la Misión ‘Novas Tribos do Brasil’, que comenzaron sus labores de evangelización en el Igarapé Lourdes. Al año siguiente, el SPI llegó a la región, iniciando el trabajo de (re) localización y aproximación de los Ikolen y Karo que se encontraban dispersos en las áreas de caucho de la región. Fue el primer paso para la creación de la Tierra Indígena Igarapé Lourdes.

Situación agraria

La tierra indígena Igarapé Lourdes fue demarcada en 1976- 1977 y homologada en 1983, sin considerar la totalidad del territorio tradicionalmente ocupado por los Ikolen. Consecuentemente, las antiguas aldeas Ikolen situadas en el río Branco y en algunos de sus formadores quedaron fuera del área delimitada.

Además de esto, la regularización agraria no fue suficiente para proteger el área de los frentes de expansión nacional, que se intensificaron en la región después de la conclusión de la carretera BR-364, en el municipio de Ji-Paraná, a mediados de la década de 1970.

Hasta entonces, la única forma de llegar a la región era vía fluvial, partiendo de Manaos hasta la confluencia de los ríos Madeira y Machado. Debido a los múltiples obstáculos, la navegación por el río Machado dificultaba el avance de los frentes de expansión nacionales sobre el área habitada por los Ikolen, manteniéndola relativamente aislada.

Con la carretera, el territorio habitado por los Ikolen se tornó en objeto de ambición de los hacendados agropecuarios y madereros, como también, en destino de los colonos provenientes de la región centro-sur, incentivados por el Programa de Integración Nacional (PIN) del gobierno federal.

Como consecuencia de las fuertes presiones políticas y económicas, los límites considerados inicialmente fueron alterados, reduciendo y desmembrando la TI Igarapé Lourdes, perjudicando a los Ikolen y a sus demás habitantes. En 1975, la abertura de una carretera en el interior del área delimitada propició la invasión por los colonos. Varias haciendas se interpusieron entre la TI Igarapé Lourdes y el Parque Indígena del Aripuanã, habitado por otros grupos indígenas Tupi-Mondé (Paiter, Zoró y Cinta-Larga), con los cuales los Ikolen se relacionaban.

Después de la movilización de los Ikolen y Karo, se establecieron peajes y otras formas de indemnización a los grupos indígenas perjudicados por la abertura de la carretera, pero el problema continúa sin solución.

En la década de 1980, el Programa Integrado de Desarrollo del Noroeste del Brasil (Polonoroeste), financiado por el gobierno brasileño y el Banco Mundial, incentivó todavía más el proceso de ocupación no indígena en la región, exacerbando los conflictos. Diversas ramificaciones y colonias irregulares fueron abiertas a lo largo de la carretera por madereros, volviéndose el foco principal de irradiación de las invasiones en la TI Igarapé Lourdes.

Frente a la creciente invasión de su territorio, los Ikolen y los Karo se articularon contra los proyectos en andamiento, lo que acarreó en la interrupción del financiamiento de estos por el Banco Mundial, condicionándolos a medidas más rigorosas de respeto a las poblaciones indígenas y de preservación del medio ambiente.

Entre 1991 y 2001, el Banco Mundial financió el Plano Agropecuario y Forestal de Rondônia (Planafloro), con el objetivo de corregir las distorsiones producidas por el programa anterior (Polonoroeste). Este plano previó una serie de acciones volcadas a la salud y educación de las poblaciones indígenas; a la demarcación, fiscalización y protección de las tierras indígenas, como también, al desarrollo de proyectos dirigidos a estas comunidades.

A pesar de los avances ocurridos en los últimos años, los Ikolen y demás habitantes de la TI Igarapé Lourdes luchan todavía por la redefinición del límite este de su territorio, buscando incorporar la antigua área de ocupación ikolen, en la Serra da Providência. Buscan también una solución para el problema de la carretera que atraviesa la Tierra Indígena, en el límite nordeste; así como, la incorporación de dos formadores del igarapé Agua Azul, que pertenecen actualmente a la Reserva Biológica del Jaru, al norte.

Relaciones con otros pueblos indígenas

Hace mucho tiempo, los Ikolen mantienen relaciones con los Karó y Zoró. Los inter-casamientos ya ocurrían al inicio del siglo XX, como consecuencia de la costumbre guerrera de raptar e incorporar niños y mujeres enemigas. Hasta el inicio de la década de 1940, los Ikolen habitaban algunos formadores del río Branco, en la cuenca del río Aripuanã, región en donde mantenían estrechas relaciones de convivencia e inter-casamientos con los Zoró, siendo frecuentemente confundidos.

Después de haber sido atacados por los Paiter y los Cinta –Larga y hostilizados por los hacendados, los Ikolen migraron junto con los Zoro para el sudoeste, en dirección a la Serra da Providência, concentrándose en las cabeceras de los igarapés Lourdes, Prainha, Tarumá y otros afluentes del río Machado (JI-Paraná). Estos cursos de agua eran habitados por los Karo.

A pesar de hablar lenguas diferentes, los Ikolen mantuvieron relaciones con los Karo, en el bajo curso del Igarapé Lourdes, antes del contacto con los no-indios. Ellos convivieron por décadas en la región, siempre manteniendo territorios exclusivos de uso. Los Ikolen dominaban las cabeceras y los altos cursos de los ríos, al paso que los Karo prevalecían en los bajos cursos.

Sin embargo, las relaciones de los Ikolen con los Karo se alteraron significativamente cuando ellos comenzaron a concurrir por recursos oriundos de las relaciones con la sociedad envolvente, por intermedio de los caucheros y otros regionales. Sujetas a las dinámicas y a las presiones venidas de los frentes de expansión de la sociedad nacional, sus relaciones fueron marcadas tanto por intercambios culturales, inter-casamientos y alianzas, como también, por conflictos y muertes. La última  ofensiva se dio cuando los Ikolen cercaron cuatro aldeas Karo, matando a siete personas y llevando a algunas mujeres.

De la misma forma, a pesar de su proximidad, de los inter-casamientos y de hablar la misma lengua, los Ikolen y los Zoró se separaron después de un conflicto que ocurrió entre 1946 y 1947. Permanecieron alejados por décadas, hasta que, en 1977, intimidados nuevamente por los Paiter y Cinta-Larga, como también, por los hacendados de la región, los Zoró buscaron una re-aproximación de los Ikolen. Después del contacto con la Funai, en 1978, la mayoría de los Zoró permaneció viviendo en la principal aldea de los Ikolen, en el Igarapé Lourdes. Hubo fiestas y matrimonios durante este breve período, pero al año siguiente, huyendo de las enfermedades, la mayor parte de los Zoró volvió para el río Branco do Aripuanã, donde sería regularizado su territorio.

Hoy en día, las relaciones de los Ikolen con estos otros grupos indígenas se caracterizan por nuevas formas de articulación y organización, como es el caso de la Organización de las Asociaciones Indígenas de JI-Paraná –Panderej.

Organización social

Los inter-casamientos de los Ikolen con los Zoró y Karo eran bastante frecuentes. En estos casos, los Ikolen tienden a decir que un niño pertenecerá al grupo del padre. Pero, en la práctica, hay tantas excepciones a esta ‘regla’, que es obvio que entran en juego muchos otros factores.

Primero, es necesario recordar que estos grupos no son patrilineales y si, bilaterales. Esto quiere decir que, ellos consideran parientes tanto a los parientes por el lado de la madre como del padre. Segundo, deben ser examinadas las reglas de residencia. Es costumbre entre todos estos grupos que una pareja joven pase los primeros años del matrimonio viviendo con la familia de la mujer. La regla inicial es, entonces, matrilocal. Pero, pasado este período, la pareja tiene libertad para fijar su residencia donde quiera. Entonces, la decisión dependerá de muchos factores: número de parientes próximos del marido y de la esposa; se les gusta o no el grupo donde están; si pueden tener influencia en el grupo local, etc. Muchas veces, sin embargo, la pareja acaba mudándose para el lugar de residencia del grupo del hombre.

A largo plazo, entonces, la decisión de la residencia tiende a ser patrilocal, pero también hay muchas parejas que continúan viviendo junto con el grupo de la mujer. Los Ikolen y demás grupos son muy flexibles y, en la práctica, un niño acaba perteneciendo al grupo donde crece, sin por esto perder sus conexiones con el otro grupo.

Prácticas rituales

Después del contacto e intensificación de las relaciones con los no-indios, diversos factores inhibieron la afirmación cultural Ikolen. Entre ellas, la drástica reducción de la población más vieja, conocedora de sus tradiciones; el preconcepto por parte de la población no-indígena; el descaso del SPI y la FUNAI; en fin e, sobretodo, el proselitismo de los misioneros.

Los misioneros de la Misión ‘Novas Tribos do Brasil’ hicieron los primeros contactos con los Ikolen, en 1965. Dos años después, se instalaron junto al Puesto Indígena Igarapé Lourdes, cooptando a los líderes Ikolen más influyentes para sus actividades de catequesis. Además de los trabajos realizados de lingüística y de elaboración de cartillas educativas, los misioneros introdujeron conceptos y valores que se contraponen a la cultura Ikolen, haciendo con que muchos de los indígenas abandonaran sus prácticas rituales.

Aunque el jefe del Puesto de la Funai haya, en los años 1970, prohibido a los Ikolen realizar la mayoría de sus rituales, temiendo que estos perjudicaran su salud y crecimiento poblacional, las fiestas y actividades chamanísticas fueron retomadas a mediados de esta misma década.

El momento decisivo para el reencuentro de los Ikolen con su propia cultura fue el resurgimiento de un chamán, al inicio de la década de 1980. Convertido y bautizado por los misioneros, él huyó de la Casa del Indio, en Porto Velho, abandonando el tratamiento médico que estaba haciendo. Después de ser considerado muerto, reapareció cuatro meses después en el Puesto Indígena Igarapé Lourdes para contar su experiencia de iniciación mágica. A partir de entonces, hubo un recrudecimiento de las prácticas tradicionales (sobretodo, del chamanismo), como también, un movimiento sincrético entre la religiosidad occidental y las prácticas y conocimientos tradicionales Ikolen.

En suma, a pesar de la presencia de misioneros y de las presiones de la sociedad nacional, las prácticas tradicionales, el chamanismo y los conocimientos tradicionales Ikolen persisten y conquistan cada vez más espacio en su vida.

Hoy en día, los Ikolen realizan varias ceremonias, la mayoría de estas ligada a la recolección de cultivos, en diferentes épocas del año. También están los rituales de cura por medio del chamanismo y el “encuentro de chamanes”, que reúne a representantes de todas las aldeas ikolen y karo, en el mes de agosto.

A partir de la convivencia con los no-indios, otras fiestas fueron incorporadas, como las conmemoraciones de Navidad, Año Nuevo, además de los cumpleaños y la fiesta de San Juan. En abril se celebra el Día del Indio y, en agosto, se realizan los “Juegos Indígenas”, con competencias deportivas, fiestas y danzas 

Cosmología

Para los Ikolen, la naturaleza, con su miríada de formas de vida animal y vegetal, es el resultado concreto de una serie de actos creativos realizados por un personaje –semi-hombre, semi-dios – que vivió aquí en la tierra, al comienzo de los tiempos. A este personaje, los Ikolen llaman de Gora. Los Ikolen tienen una rica tradición mitológica que relata los detalles de los eventos y acontecimientos que resultaron en la creación del mundo como nosotros lo conocemos.

A través de estos relatos míticos, los Ikolen conocieron las circunstancias que dieron a cada especie su característica distintiva: los micos con rabo; los papagayos con pico redondo; los tucanos con pico largo; la castañera con su altura; el ‘açai’ con sus frutas oscuras, etc. De este modo, cada forma de vida tiene sus características ligadas a algún acto del Gora y, así, cada especie carga consigo para siempre “la marca del creador”. Su forma es un recuerdo eterno de un acto creativo al inicio de los tiempos.

Así, la naturaleza en si – en sus detalles y en su conjunto – está revestida de significación religiosa. Pero no es sólo su origen que brinda a la naturaleza su lado espiritual. Para los Ikolen, todas las formas de vida, además de tener una forma material, tienen también un lado espiritual, no menos real. Cada animal tiene su espíritu, su cuerpo espiritual (su alma, se puede decir), que está siempre con el cuerpo mientra está vivo, y que continúa viviendo cuando el animal muere.

Estos espíritus son “sabidos”, como dicen los Ikolen, y los chamanes saben comunicarse con ellos – por lo menos, con los “más sabidos”, como el espíritu del anta, del marrano salvaje, del jaguar y del mico.

Pero, no solo los animales tienen este lado espiritual. Cada árbol tiene su espíritu y existe un grupo numeroso de espíritus que son “dueños de las frutas”.

Con la deforestación indiscriminada cerca (y dentro) de la TI Igarapé Lourdes, muchos espíritus de árboles se vieron de repente privados de sus abrigos, condenados a vagar – en vano- en la búsqueda de otros hogares. Sólo el chaman tiene la sensibilidad de registrar el drama invisible y los problemas – de los cuales él no tenía culpa – que cayeron sobre él.

Aunque este ejemplo pueda parecer demasiado exótico, puede ser informativo de la visión Ikolen del mundo. No es que un Ikolen tiene miedo, o tiene que pedir permiso cada vez que va a derrumbar un árbol para construir una casa. El derrumbe de un o algunos árboles es una interferencia dentro de los niveles de la propia naturaleza. El viento podrá derrumbar algunos árboles, un árbol muere asfixiado por otro más fuerte, otro nace – nada de eso agrede a la naturaleza.

Esto pasa de la misma forma con los animales. El cazador caza libremente, pero aprovecha lo que mata. El único tipo de caza que puede ganar trazos de desperdicio y superabundancia es la caza colectiva a los bandos de marranos salvajes, donde el chamán desempeña el papel de moderador, llegando hasta prohibir la continuación de la cacería.

Lo que cuenta no es la cuestión de interferir o no en la naturaleza (de la cual el hombre, evidentemente, hace parte). Lo que cuenta para los Ikolen es el nivel de interferencia. Pueden matar  marranos salvajes, pero no al punto de poner en riesgo la sobrevivencia de la especie. Si exageran, provocarán a los espíritus de los marranos salvajes, provocarán al dueño espiritual de los marranos (porque consideran que todo bando de marranos tiene un dueño espiritual) y ofenderían a Gora, que crió a los marranos salvajes para que permanecieran en la selva.

Cualquier interferencia que sea capaz de alterar las condiciones de sobrevivencia de las especies animales y vegetales –exterminando algunas en beneficio de otras- tendrá entonces, además de sus efectos socioeconómicos y ambientales, una profunda significación religiosa. Causa caos a nível espiritual –peligroso también para los hombres – y ofende el orden establecido por Gora.

Morada de los Espíritus

Para los Ikolen, cada río o igarapé – o parte de éstos – tiene dueños espirituales. Son los Gonjan-ei,  grupos de espíritus que viven en aldeas debajo del río, que son dueños de los peces y también, los reguladores de las lluvias, las tempestades y los rayos.

Es un grupo muy importante – y también temido – del universo ikolen. Tiene la fama de poder robar el alma y llevarla para las aldeas subterráneas, causando enfermedad y muerte caso el chamán no pueda descubrir la causa de la enfermedad y recuperar el alma antes que sea tarde.

Evitan cualquier comportamiento que pueda provocar los Gonjan-ei, y en la fiesta más importante del año, la fiesta de maíz verde, los Gonjan-ei son siempre los invitados de honor. Nadie tiene el derecho de probar el maíz tierno antes que sea ofrecido al jefe de los Gonjan-ei . Quien quiebra esta regla puede ser responsable por los disturbios climáticos y tempestades (la venganza de los Gonjan-ei ) que podrán dañar las cosechas del próximo año.

Gonjan-ei, entonces, es un grupo de espíritus considerados con ambivalencia. Son poderosos y pueden ser peligrosos, pero no son considerados malévolos en sí. El chamán mantiene buenas relaciones con ellos, visitándolos frecuentemente e invitándolos para las fiestas como retribución. Tomando ciertas precauciones, no hacen en general ningún mal contra los Ikolen, con excepción de las enfermedades. Pero, estas son siempre atribuidas a las actividades de algún Gonjan aislado, y no al grupo como un todo.

Dicen, sin embargo, los Ikolen que una mudanza radical en el medio ambiente acuático provocaría profundamente a los Gonjan-ei como grupo por dos razones: Primero, porque mataría a muchos peces y los peces pertenecen a los Gonjan-ei, siendo animales domesticados por ellos. Segundo, porque alteraría toda la organización actual del mundo acuático, creando el caos.

Actividades Productivas

Los Ikolen desempeñan actividades productivas bastante diversificadas, como caza, pesca, agricultura, proyectos de cría de animales y “sistemas agroforestales”, con el objetivo tanto de autoconsumo, como de comercialización y generación de renta. De un modo general, estas actividades son ejecutadas por todos los miembros de la comunidad, independiente del sexo y la edad, organizadas de forma familiar y comunitaria. La organización familiar está relacionada, principalmente, a la subsistencia de cada familia y a la producción de pequeños excedentes para el intercambio y la comercialización. En las actividades comunitarias, todos los miembros de la comunidad participan y tienen igual acceso a lo que es producido.

Agricultura para consumo y comercialización

Los Ikolen hacen sus plantaciones próximas a las aldeas, por medio del derrumbe y quema de las selvas. El derrumbe de las selvas se realiza entre mayo y julio, pudiendo extenderse hasta septiembre en las áreas de vegetación secundaria. El trabajo del derrumbe cabe exclusivamente a los hombres, mientras que la siembra, limpieza y recolección son realizadas por todos: hombres, mujeres y niños. Cada plantación es utilizada, aproximadamente, por tres años seguidos. Después, es abandonada por algún tiempo, hasta formar una nueva vegetación, tornándose reutilizable. Con excepción de la aldea Ikolen, que posee máquinas agrícolas, todas las aldeas utilizan técnicas manuales de siembra y de manejo de las plantaciones.

En sus plantaciones, los Ikolen cultivan una gran variedad de yuca-brava y mansa, papa-dulce, cará, ñame y taioba, consumidas cocidas, asadas, bajo la forma de papillas dulces o fermentadas (makaloba) o, entonces, usadas en la producción de harina para consumo propio y venta. Algunos de estos otros cultivos fueron introducidos por los no-indios, adaptándose con éxito a la dieta y modos de producción ikolen. Es el caso de algunas variedades de maíz, frijol y arroz, producidos tanto para el consumo propio, como para la generación de excedentes para su comercialización.

En las plantaciones y patios de las aldeas también son cultivados: algodón, usado para producir cuerdas; ‘urucum’, empleado en la pintura corporal, como condimento y repelente de insectos; almendra; habas, caña de azúcar, papaya, coco, patilla, piña, calabaza, diferentes especies de banano, naranja; limón y tangerina; todos producidos exclusivamente para el consumo en las aldeas.

La diversidad de productos que generan excedente para la comercialización es pequeña y el mercado local tiene poca capacidad para absorber los excedentes. Estos productos son vendidos en el mercado de Ji-Paraná, representando importantes fuentes de renta para los Ikolen. Debido a la ausencia de control sobre la producción agrícola y a que su comercialización se realiza de forma descentralizada, es difícil medir las cantidades totales producidas.

Caza y Pesca

Los Ikolen cazan y pescan apenas para el consumo propio e inmediato, no almacenan, comercializan, ni desperdician.

La cacería es una actividad básicamente masculina, de la cual las mujeres participan apenas excepcionalmente. Se caza una gran variedad de animales, desde aves hasta grandes mamíferos. Los cazadores lo hacen solos o en grupos, en caminos próximos a las aldeas y en barreros distantes buscados por los animales. Las técnicas de caza son transmitidas de padres para hijos y consisten básicamente en: trampas (en las cuales los cazadores aguardan camuflados a la presa); la imitación del sonido de los animales para atraerlos; el rastreo; el uso del arco y de diferentes tipos de flechas (algunas de estas encharcadas en solución anticoagulante, que ocasionan hemorragia en las presas); en fin, escopetas de varios calibres, que vienen substituyendo el uso del arco y de la flecha.

Por su vez, la pesca se realiza tanto por los hombres, como por las mujeres. En el período de las lluvias, la pesca es abundante en los igarapés, principalmente en el Prainha y Lourdes. Durante la seca, cuando los ríos tienen menor volumen de agua y estos igarapés quedan casi secos, los Ikolen van a pescar en el río Machado, donde hay abundancia de peces. La pesca es realizada con arco y flecha de punta de pupunha (palmera nativa de la región amazónica), hueso de jaguar y metal. El uso del timbó es también bastante frecuente en el verano. Otros instrumentos utilizados son: arpón y lanza, vara, nylon y anzuelo, tarrafa (red circular) y malla.

Recolección y actividades de extracción

En las selvas y alrededores de las aldeas, los Ikolen recogen, además de especies usadas en su medicina tradicional, miel y frutos silvestres (“patoá” y babaçu, entre otros) para suplir sus necesidades de consumo.

Cría de animales

Con apoyo de la FUNAI y el gobierno de estado de Rondônia, los Ikolen se han dedicado a la cría de ganado bovino y porcino, en escala familiar y, sobretodo, comunitaria.

La cría de ganado bovina está restringida a las aldeas Ikolen e Igarapé Lourdes. Pero, debido a la falta de capacitación técnica, la ganadería está ocasionando una serie de problemas a las comunidades. Por no haber un manejo adecuado en relación al espacio delimitado por la cría, el ganado invade las plantaciones y se alimenta de éstas.

Recientemente, se inició un proyecto de piscicultura semi-intensiva, en la aldea Ikolen, con la introducción de peces recién nacidos de tambaqui y tilapia.

Arte y artesanías

La cultura material de los Ikolen es muy variada y, después del contacto con los no-indios, comenzó a ser destinada a la comercialización también. La mayor parte de las artesanías es producida por las mujeres, aunque los hombres confeccionen ítems de arte de plumas con gran habilidad, utilizando plumas de papagayos, guacamayos y águilas-reales. También producen pulseras, collares, aretes y anillos con cocos de las palmeras de tucumã e inajá y con huesos de animales. Y cestas, paneros y redes hechas de fibra vegetal, paja de babaçu, cordones de algodón crudo y lianas, usadas cotidianamente en el transporte de cultivos, por ejemplo.

El volumen de las artesanías producido para la venta depende de la demanda en el mercado consumidor. Así, debido a las exposiciones agropecuarias en los municipios próximos, la producción es intensificada, movilizando a casi toda la comunidad. En contrapartida, cuando se acaban tales exposiciones, la producción y la renta disminuyen significativamente.

Nota sobre las fuentes

El conocimiento actual sobre los Ikolen todavía es bastante limitado, Hay pocas informaciones bibliográficas o documentos sobre el grupo en los archivos administrativos. Y los registros encontrados son posteriores al contacto con los no-indios (década de 1940).

Aunque se haya referido a los Karo (Arara) y “Urumi”, en la cuenca del río Machado, el etnógrafo Curt Nimuendaju no registró nada sobre los Ikolen y otros grupos Tupi-Modé de la región, como los Cinta-Larga (contactados en 1968), los Suruí (en 1969) y los Zoró (en 1978).

La referencia más antigua que se tiene sobre los Ikolen, llamados entonces de Gavilán y/o Digüt, fue dada por Harald Schultz, en 1955. Se trata de la primera información disponible sobre un pueblo que habla la lengua Tupi-Mondé, aunque los propios Ikolen afirmen haber establecido contacto con la expedición del Marechal Rondon al inicio del siglo XX.

En 1975, los lingüistas Denny Moore y Nilson Gabbas Junior iniciaron el estudio de las lenguas Tupi-Mondé en la región, entre estas, la lengua hablada por los Ikolen. Algunas otras referencias sobre los Ikolen son vehiculadas por los informes técnicos de Mauro Leonel (1983-1984) y los estudios de Lars Lovold, a mediados de la década de 1980. Finalmente, los Ikolen solamente vuelven a aparecer en la bibliografía especializada con la publicación de un estudio de la antropóloga Betty Mindlin (2001).

Fuentes de información

  • KANINDÉ, ASSOCIAÇÃO DE DEFESA ETNOAMBIENTAL, Diagnóstico Etnoambiental e Participativo e Plano de Gestão da Terra Indígena Igarapé Lourdes. Rondônia, 2006.

 

  • LOVOLD, Lars & FORSETH, Elisabeth. Estudos de Viabilidade da Usina Hidro-Elétrica de Ji-Paraná. Diagnóstico da Área Indígena Igarapé Lourdes: Uso do Território, Conseqüências do Empreendimento e Recomendações. (Relatório),1988.

 

  • --------.. Through mythical eyes: the traditional world view of the Gavião and the Zoró Indians of Brazil. Institute of Social Anthropology, Oslo. International Peace Research Institute, Oslo.

 

  • LEONEL JÚNIOR, Mauro de Mello. Relatório de avaliação da situação dos Gavião (Digüt) – P.I. Lourdes. São Paulo: FIPE/USP, 1983.

 

  • --------. Relatório complementar de avaliação das invasões no Posto Indígena Lourdes (PIL), dos índios Gavião e Arara (Karo). São Paulo: FIPE/USP, 1984.

 

  • MINDLIN, Betty. Couro dos Espíritos. São Paulo: Editora SENAC/ Terceiro Nome, 2001.

 

  • MOORE, Denny. Relatório sobre o Posto Indígena Lourdes da Oitava Delegacia Regional, segundo diretrizes de levantamentos de dos para elaboração de projetos. Brasília: Universidade de Brasília – UnB, 1978.

 

  • --------. Relatório de pesquisa de campo na Reserva dos Índios Gavião e Arara em Rondônia: Maio e junho de 1987. Belém: Museu Paraense Emílio Goeldi – MPEG., 1987.

 

  • --------. “Classificação interna da família lingüística Monde”. In: Estudos Lingüísticos XXXIV, p. 515-520, 2005.

 

  • SAMPAIO, Wany; SILVA, Vera da. Os povos indígenas de Rondônia: contribuições para a compreensão de sua cultura e de sua história. Porto Velho: Editora UNIR. 1997, pp. 39-42