De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto:

Warekena

Autodenominación
¿Donde están? ¿Cuántos son?
AM 1039 (Siasi/Sesai, 2014)
Venezuela 620 (XIV Censo Nacional de Poblacion y Viviendas, 2011)
Familia linguística
Aruak
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Los indios Baré y Warekena (Werekena) viven principalmente a lo largo del Río Xié y del alto curso del Río Negro. Gran parte de ellos migró forzosamente hacia dicho territorio, debido al contacto con los no indios y a que su historia fue marcada por la violencia y la explotación del trabajo extractivista. Oriundos de la familia lingüística Arawak e integrantes del área cultural conocida como Noroeste Amazónico, los Baré y Warekena hoy en día hablan una lengua franca como lo es el Nheengatú, la cual fue difundida por los Carmelitas en el periodo colonial. 

Otras Lecturas

Para mas información ingrese al módulo especial sobre esta región.

Localización y población

Rio Xié. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.
Rio Xié. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.

El área formada por el Río Xié y el alto curso del Río Negro se encuentra ubicada encima de la desembocadura del Vaupés, y aunque principalmente esta ocupada por indios Baré y Warekena, mas del sesenta por ciento (60%) del total de los indios del Xié se identifican como Warekena.

Son aproximadamente ciento cuarenta (140) poblados y aldeas en los que residen cerca de tres mil doscientas (3.200) personas. La mayor parte de la población vive en “comunidades” (nombre que se le da a ese tipo de poblados en la región), que generalmente se componen de un conjunto de casas de vigas de madera y barro, las cuales son construidas en un amplio espacio de arena limpia en el que también se encuentra una capilla (católica o protestante); una escuelita; y, eventualmente, un puesto de salud. También existen algunas comunidades que no poseen nada mas que las casas. Las principales comunidades de esta gran área son Cucuí, Villa Nueva y Cué-Cué.

Actualmente existen nueve (9) comunidades en el Río Xié: Villa Nueva, Campinas, Yoco, Nazaré, Cumati, Tunu, Umarituba, Tucano y Anamuim. Las comunidades situadas aguas arriba de la cascada de Cumati son: Tunu, Umarituba, Tucano y Anamuim. En el caso de Tunu, comunidad que se encuentra localizada en una isla, su población vive mayoritariamente en dispersos espacios pequeños tales como Macuxixiri o Cuati, desde los cuales sus pobladores sólo se desplazan a la comunidad Tunu en las épocas de las fiestas santas durante el mes de junio.

Às margens do Rio Xié. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.
Às margens do Rio Xié. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.

Encima de la comunidad de Cucuí, el Río Negro deja al Brasil y pasa a ser el límite entre Venezuela y Colombia. Aguas arriba del canal de Casiquiari -que conecta el Orinoco en Venezuela-, el Río Negro es denominado con el nombre de “Guainía”. El curso del Río Negro entre la desembocadura del Vaupés y la ciudad de Santa Isabel es el área que actualmente concentra el mayor número de población de todo el noroeste amazónico. Las ciudades de Santa Isabel, y especialmente, San Gabriel de Cachoeira, actúan como polos de atracción de poblaciones que antes vivían más hacia el interior en las márgenes de la cabecera del Río Negro.

El flujo poblacional de las comunidades del interior hacia la ciudad de San Gabriel de Cachoeira, se caracteriza porque los indígenas llegan en búsqueda de trabajo remunerado, complemento al estudio escolar, servicio militar, así como también, para encontrar proximidad con un comercio que maneja precios mas asequibles a aquellos establecidos por los ‘regatones’ (negociantes ambulantes que penetran la región entre los riachuelos del Río Negro para vender toca clase de mercancías desde sus pequeñas embarcaciones) y por los barcos de comerciantes que se desplazan por los ríos vendiendo productos a las comunidades que están al interior de la selva.

Lenguas

Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.
Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.

Los Baré y los Warekena hablaban lenguas de la familia Arawak, pero debido al contacto con los misioneros y a la colonización, adoptaron la lengua Geral o Nheengatú. Lengua que en la  actualidad, representa una marca de su identidad cultural. Aún así, dependiendo de la situación, algunas comunidades del Alto Xié hablan Warekena ocasionalmente.

El Nheengatú es una forma simplificada del Tupí antiguo, hablado en gran parte del Brasil durante los primeros siglos de colonización portuguesa, así como adaptado y ampliamente difundido por los misioneros jesuitas. Con el tiempo y debido al predominio del portugués como lengua nacional, el Nheengatú fue perdiendo terreno, aunque continúa vivo y es muy usado en el canal del Río negro en su curso medio alto –inclusive en San Gabriel de Cachoeira-, y en algunos de sus afluentes como en el bajo Isana y en el Río Xié.

Historia de Contacto

Muy probablemente los Warekena entraron en contacto con el ‘hombre blanco’ empezando el siglo XVIII, ya que existen varias referencias sobre este pueblo indígena en relatos y documentos de dicho siglo. En 1753, el Padre Jesuita Ignacio Szentmatonyi (ver Wright 1981: 603-608) anunciaba que los ‘Verikenas’ habitaban el Río ‘Issié’ (Xié) y que hablaban su propia lengua, la cual era muy parecida a la de los ‘Mallivenas’. También indicaba que dos años atrás el jefe de ellos había sido ‘invitado’ a ‘bajar’ el río y adoptar el cristianismo.

Otras fuentes (Caulin 1841: 70-75; Cuervo 1893, t. III: 244, 322-323, 325, 327; Arellano Moreno 1964: 389) indican la presencia de aldeas Warekena entre 1758 y 1760 en los ríos Guainía (encima de la desembocadura del Casiquiari), Tiriquin, Itiniwini (actual San Miguel y sus afluentes Ichani, Ikeven o Equeguani y Mee), Atacavi, Alto Atabapo y Caflo Maruapo (afluente del Casiquiari); toda una región donde todavía hoy viven los Warekena en Venezuela.

Asimismo, las fuentes enunciadas indican que hacia 1767 ya había presencia de indígenas Warekena en la confluencia del Río Casiquiari con el Guainía y en la boca de este canal con el Orinoco, cuando fueron llevados a dichos destinos por los colonizadores de Itiniwini y de Caño Muruapo.

El Padre José Monteiro de Noronha ([1768] 1856: 79-80), indica la presencia de los ‘Uerequena’ en 1768 en el Río Xié, donde convivían con otros pueblos: ‘Baniba’ (Baniwa), Lhapueno (?), Mendó (?) y otros. También vivieron en el Río Isana junto a los Baniwa, los Tumayari (?), los Turimari (?), los Desano, los Puetana (?) y otros. Para dicho Padre, los ‘Uerequena’, llamados comúnmente por error de vocabulario ‘Ariquena’, tienen como distintivo un orificio muy grande entre el cartílago y la extremidad inferior de las orejas, donde introducen manojos de paja. Entre ellos hubo muchos que antes del conocimiento y comunicación con los blancos tenían nombres hebraicos, algunos exactos y otros con muy pocos errores como: Joab, Jacob, Yacobi, Thome, Thomequi, Davidu, Joanau y Marianau. Esta información sobre los Warekena, gracias a los viajeros de la región, se repite una y otra vez a lo largo del siglo XVIII, con algunas modificaciones y aumentos.

Conforme al relato de Francisco Xavier Ribeiro de Sampaio (1825: 104-114), entre los años 1774 y 1775, grupos de “Uariquena” debieron vivir en Barcelos, probablemente después de haber sido ‘bajados’ en años anteriores por los colonos portugueses. Este militar portugués también hizo referencia a la presencia de “Uerequena” en el Río Isana, mientras que en el Xié informó que vivían los “Assauinaui” (probablemente se trata de una fratría Baniwa, los Dzauinai). Sobre los “Uerequena” reafirmó que son “célebres por la antecedente comunicación que tuvieron con los blancos, y usaron los nombres hebraicos como: Joab, Jacobi, Thome, Thomequi, Davidu, Joanau y Marianau. He aquí esta nación antropófaga y célebre por usar la ‘escritura de cordones’, de la misma forma que los ‘quipos’ [(instrumento hecho de la unión de cordones que podían o no ser coloridos y tener adornos, utilizado por los incas para la comunicación, el registro contable y el mnemotético)] de los antiguos peruanos, con lo que trasmiten sus pensamientos a personas distantes que entienden y saben descifrar aquel “nosotros” con cordones, los cuales también sirven para el uso aritmético”.

En el año de 1784, Manoel da Gama Lobo d’Almada, militar portugués, no menciona haber divisado ningún indígena en las márgenes del Río Xié, pero da señales de que había muchos –aunque no los nombre- entre las cabeceras de dicho río y el Tomo, afluente de la margen derecha del Guainía:

“entre por el río Xié y navegué aguas arriba hasta un brazo oriental de él llamado Uheuaupuiy [probablemente Igarapé Teuapuri], por el cual subí hasta dar con un terreno de tierra baja donde entre matorrales encontré la senda de un camino estrecho y hundido pero bien seguido (continuo). (…) Era necesario un muy buen orden en la marcha porque había mucha gentilidad [paganismo], la cual oíamos todas las madrugadas cuando tocaban sus ‘trocanos’, una especie de tambores. Dos veces nos salieron espías de ellos armados con Curabis, que son pequeñas flechas envenenadas que nos lanzaban. Pero con algunos tiros de vanguardia los hicimos retirar y seguimos pacíficamente nuestra marcha”.

Alexandre Rodrigues Ferreira -[1885-88] 1983: 253-254 - viajó por los ríos Xié e Isana en 1785, informándonos que en el Xié fue advertido por el indio auxiliar de que “la gente Uerequena [centinelas] siempre avanzaba en este paso [cascadas] para informarse sobre las canoas que llegaban, y según las fuerzas que en ellas reconocían y de que comunicaban a los espías, resolvían si las embestían o no”. Es interesante observar que el naturalista, llegando a la cascada de Cumati, anota en su diario que “de ahí parra arriba hay bastante piasava” [tipo de palma de donde extraen una fibra con la que hacen escobas, cepillos y brochas], con lo cual anunciaba su interés económico por la fuente de recursos de ese río.

En el Río Isana, Alexandre Rodrigues Ferreira indica también la presencia de los “Uerequena” junto con Baniwas, Termaisaris, Turimaris, Duanaes, Puitenas y otros. De los “Uerequena”, a pesar de no haberlos visto personalmente, repite las afirmaciones de Monteiro de Noronha sobre la comunicación por cordones y sus nombres hebraicos, y dice que “se hacían un hueco grande entre el cartílago y la extremidad inferior de las orejas en el que introducían manojos de paja” (ibid: 249). Posteriormente, en una memoria escrita en 1787 (1974: 69-73), el naturalista revela una serie de características de los Uerequena, ciertamente surgidas de informaciones proporcionadas por terceros, como los que acompañaban la ‘tropa’ [tipo de ataque o embestida] liderada por Miguel de Sequeira Chaves y realizada en 1757, con la que buscaban reprimir un ‘ataque’ de indios rebelados (probablemente en el Bajo Río Negro), en el que había algunos ‘Warekena domesticados’. Entre las características que enunciaban pueden destacarse, además del hueco en la oreja, el hecho de que eran ‘antropófagos’, de que acostumbraban a practicar eutanasia con viejos que tuvieran enfermedades irremediables, y de que poseían en sus aldeas celdas para prisioneros.

En el inicio del siglo XIX, el canónigo André Fernandes de Souza  ([c. 1822] 1848: 411 ss.) repetía la información sobre los Werekena proveniente de Monteiro de Noronha y Alexandre Rodrigues Ferreira: “los indios de la nación Uerequena son antropófagos y tienen el distintivo de orejas con grandes orificios en los cartílagos inferiores, en los que meten pedazos de palos rollizos, de modo que a algunos ya les llegan las orejas a los hombros por el peso de los palos”. Los Uerequena como Habitantes del Río Isana, convivieron con los Baniwa, los Tumayari, los Turimari, los Desano y los Puetana. El Canónigo, aunque no ofrece ninguna referencia sobre los habitantes del río Xié, se refiere a Marcelino Cordeiro, el cual habría realizado arremetidas contra los indios capturándolos a la fuerza como prisioneros, de lo que resultaron importantes reacciones por parte de estos.

Todos esos relatos, a pesar de ser algo dudosos en cuanto a la precisión de la descripción física y cultural de los Werekena (es información que proviene mayoritariamente de terceros), parecen dejar claro que tenían una población razonablemente grande a pesar de que los ‘descimentos’ (nombre que se le dio a los conocidos desplazamientos indígenas de sus zonas de origen, para que fueran a servirle a los portugueses, o para llevarlos hacia el litoral; quienes se resistían al convencimiento pacífico –lo cual ocurría a menudo- eran llevados a la fuerza) y las epidemias hubieran provocado bajas e intensas migraciones. Conozca también el relato del Baré Braz de Oliveira França sobre la historia del contacto con la sociedad no indígena.

Los relatos también registran que los Warekena debían ocupar un territorio entre el Isana, el Xié y el Guainía, manteniendo estrechas relaciones (inclusive hasta guerras) con sus vecinos -por lo menos hasta mediados del siglo XIX. Todo un periodo en el que la información histórica sobre dicha región es muy precaria. A partir de dicho periodo vuelven a surgir algunas referencias respecto a los Werekena en textos de naturaleza diversa, que relatan una disminución poblacional del grupo en la medida en que los blancos aumentan su presencia en la región.

La larga historia de contacto entre comerciantes de productos extractivos con los indios del Río Negro también fue iniciada en el siglo XIX. Ello es comprobado en un oficio enviado en 1821 por el Presidente de la Provincia de Pará al ‘Ouvidor’ [magistrado, juez del imperio colonial portugués] del Río Negro respecto a la “civilización y asentamiento de los indios”. En dicho documento, se solicita “castigar severamente a los comandantes y autoridades que maltraten a los indígenas, y también a aquellos mercaderes que los engañen en sus permutaciones, desacreditando así la moral que se les pretende insinuar”. O sea, ya en 1821, el jefe del Estado procuraba impedir los excesos impartidos por los comerciantes y aquellos efectuados por las autoridades civiles y militares en contra de los indios. Muchas veces en la historia de aquella región fue difícil distinguir comerciantes de autoridades, ya que todos constituían dos caras de una misma moneda: la explotación violenta del trabajo indígena. 

A partir del inicio del siglo XIX, tanto del lado brasilero como venezolano muchos indios fueron involucrados en la explotación extractiva del cacao, zarzaparrilla, piasava, puxuri, balata y posteriormente de goma -entre otros productos-, siendo sometidos por los comerciantes a duros trabajos obligados. Todo esto dio inicio a migraciones forzadas y fugas de varios indios que eran transportados por los comerciantes para que trabajaran en las diversas fuentes de productos extractivos (Cf. Wright, 1992: 263-266).

Viajando por el Río Negro entre 1848 y 1850, el naturista ingles Alfred Russel Wallace ofrece nueva información. En su relato de viaje ([1853] 1979:149; 308), informa que los “Ariquenas” estaban establecidos en el Río Isana junto a los Baniwa, Bauatanas, Ciuci, Quatis, Juruparis, Ipecas y Papunauas que corresponden a la fratría Baniwa. En relación con el Río Xié, afirma que “los indígenas que habitan sus márgenes son poco conocidos y salvajes” y “se desarrolla en él un incipiente comercio”. Pero el inglés no realiza ninguna observación sobre quién o cómo serían esos “indígenas salvajes” del Xié, ni cuál sería ese tal comercio incipiente, que podría ser de piasava, ya que su producción era significativa en esa época y se encontraba en las páginas de su relato. En cuanto a los “Ariquena” que habitaban el Isana, tan sólo reporta que “al igual que los Cobeuas, atacan a otras tribus para capturar prisioneros. Sus conceptos religiosos y supersticiones se asemejan bastante a las del Vaupés”.

Pocos años después de Wallace, aproximadamente entre 1852 y 1854, el Frei Gregorio José María de Bene, padre capuchino y director de los Indios Jesuino Cordeiro –comerciante en el Alto Río Negro- apuntaba, según los documentos registrados por B.F Tenreiro Aranha en la Revista del Archivo Amazonas (1906: 67-68), que los “Uriquena” eran habitantes del Río Isana junto con los Baniwa, los Piuns, los Cadauapuritaua, los Murureni, los lurupari, los Siussi, los Quaty, los Ipeca, los Tapibira, los Tatutapia, los Caetitu, los lujudeni y los Uaripareri (todas fratrías Baniwa). Según Tenreiro Aranha (historiador amazonense), el citado director de los Indios conocía también el Río Xié, pero de acuerdo con los documentos que presenta, no proporciona ningún dato sobre la población que allí residía.

En 1857 en el Alto Río Negro, el capitán de artillería Joaquim Firmino Xavier (apud Avé-Lallement, [1860] 1961: 122ss.) llega a asumir la tarea de “domiciliar indios en la frontera”, o sea, “colonizar junto con los indios (…) el Río Isana (…) y el Xié (…)”. Indios con quienes se encontró personalmente, lo que tal vez permite inferir que sean aquellos “salvajes poco conocidos” de los que habla Wallace, y aquellos visitados por Jesuino Cordeiro en el Río Xié. Otro testimonio de ese siglo es el del Conde italiano Ermano Stradelli que en 1881 bajó el Río Negro desde Cucuí. Según él, el Río Xié estaba casi desierto. Justamente, es muy posible que la población indígena estuviera viviendo en las cabeceras y en pequeños igarapés (estrechos brazos de ríos existentes en la cuenca amazónica, caracterizados por su poca profundidad y por ubicarse selva adentro), para evitar el contacto destructivo con los blancos. La lectura de esas fuentes parece indicar que los Warekena viajarían o mantendrían una vida itinerante entre el Isana, el Xié y el Gualala, probablemente moviéndose por el río Tomo y diversos “varadores”. Itinerancia activada aún más por las presiones de penetración de los blancos, tanto del lado venezolano como brasilero. Dicha hipótesis tal vez pueda explicar las referencias que se hacían sobre ese pueblo en épocas distintas en el Isana, en el Xié y en el Guainía. En cuanto a los movimientos migratorios a los que se refiere este texto, y de acuerdo con las evidencias de los relatos de Firmito Xavier y Avé-Lallement, parece que en gran medida eran causados por la represión que los militares venían ejerciendo contra los movimientos mesiánicos surgidos en aquella época entre los indios del Río Isana y del Xié (para saber más acerca de esto ver el ítem “historia del Contacto” del módulo especial “Étnias del Isana”), así como por la obligatoriedad con que se forzaba a los indios a trabajar en las obras de la fortaleza de Cucuí.

Ciertamente, en años inmediatamente anteriores a 1857, los militares habían provocado mucha violencia contra los indios, incluidos los Warekena. Solamente estos hechos podrían explicar el temor que habían adquirido los indios en relación con los oficiales, y que implicó una grandísima huida de población y por ende, el abandono no sólo de casas recién-construidas, sino también de chagras y áreas de caza, pesca y recolección; todos estos factores esenciales para la existencia física y cultural de los indígenas (ver Wright, 1981: 289ss).

Muchas fugas y grandes migraciones fueron llevadas a cabo por los indios, todo lo cual se relacionaba, entre otras razones, con la sobreexplotación ejercida por los comerciantes sobre ellos. Lo que es verdad como resultado de todo esto, no es sólo que hubo una alta baja poblacional en todos los grupos del Río Isana y del Xié en este periodo, sino que además quedo entre los indios, de forma profunda y duradera, el pavor de tan solo ver cualquier hombre blanco aproximase a sus aldeas. En ese sentido, los relatos refuerzan la hipótesis de que la violencia generada en ambos lados de la frontera provocó tanto la disminución de la población indígena, como su migración compulsiva, ya fuese hacia Brasil o hacia Venezuela.

Muchos de esos aspectos de la historia del siglo XIX continuaron presentándose durante el siglo XX. La presencia de los comerciantes se intensificó, y la explotación del trabajo indígena en los cultivos de caucho, de piasava y de balata ocupó de lleno a los indios del Río Negro y llegó a los límites. Por ejemplo, un viejo Baré cuenta que su padre, nacido en 1888, trabajó con el comerciante portugués Antonio Castanheira Fontes, que en el inicio de este siglo era “el mayor comerciante del Bajo Río Negro”, y “llegó a existir en la casa del comerciante portugués un tocón de árbol ‘palo de brasil’ con cadenas para amarrar a los feligreses [productores indígenas de piasava] y azotarlos con látigo”. A partir del inicio del siglo XX, muchas familias que se habían ido en desbandada para Venezuela, retornaron al lado brasilero motivadas no solamente por las revoluciones que estaban dándose allá, sino también por la violencia de los comerciantes, quienes dedicados  la extracción de varios productos, explotaban y agredían a los indios en el Guainía y el Casiquiari. Una vez instalados en el Brasil, los indios nuevamente tuvieron que enfrentar la explotación de los comerciantes que llegaban en busca de piasava, caucho y serba, además de los maltratos de los militares del Cucuí. 

En un informe que escribió el higienista Oswaldo Cruz sobre el Valle del Amazonas en los inicios del siglo XX, menciona la migración forzada de indios oriundos del Alto Río Negro hacia el “Bajo Río Negro”, afirmando que “cuando  los propietarios de caucherías del Río Negro tienen necesidad de nuevos feligreses [productores indígenas de piasava], muchas veces van en su búsqueda a S. Gabriel en el Río Cayari (o Vaupés) que está muy habitado, y también a los límites con Venezuela (1913: 106). Dicha migración en este periodo y posteriormente, en muy buena medida llegó a tener un contenido voluntario, pues en varias ocasiones muchos indios fueron al “Bajo Río Negro” en busca de sus parientes esclavizados, o de descendientes que permanecían en tal área.

Asimismo, muchas familias lograron escapar de sus patrones y retornar a sus regiones, sobretodo aquellos que huían de epidemias como la malaria, que predominaban en esa zona de explotación.   Curt Nimuendajú, en su informe de viaje por el Alto Río Negro realizado para el SPI (Servicio de protección a los indios) en 1927, hace un relato sobre los comerciantes y sus relaciones con los indios que, guardando las proporciones, perfectamente podría ser aplicado a las actuales situaciones de la región:

“Todos los que negocian con los indios saben perfectamente que, salvo algunas raras excepciones, ninguno de ellos paga voluntariamente lo que debe, sólo bajo mayor o menor presión ejercida por el acreedor. Pero en vez de negarle el pago en efectivo al indio, el comerciante trata de cuadrar cuanto antes una deuda en los hombros del indio, calculando así adquirir el “derecho” a  cautivar al deudor y obligarlo a pagar del modo que el comerciante mejor considere, quedando el indio muchas veces en condiciones peores que las del cautiverio legal, pues el indio no representa para su amo un objeto de valor intrínseco que hace parte de su fortuna, sino solamente el valor de la deuda”. ([1927] 1982: 183). En el mismo sentido, el científico José Cândido de Melo Carvalho da su declaración en 1949 cuando viaja por toda la región del Alto Río Negro: “Todos con los que conversé en este trecho (Medio Río Negro) son unánimes en afirmar que ciertos blancos de esta región explotan demasiado a los indios, obligándolos a llevar una vida de verdadera esclavitud” (1952: 23). La tradición oral indígena no ofrece respuesta a esas historias narradas por viajeros e investigadores.

También ocurría que muchos comerciantes blancos como Germano Garrido, se casaban en la región con mujeres indígenas, muchas del pueblo Baré, generando una gran mestizaje  en el área del Río Negro, y creando vínculos de parentesco y compadrazgo entre los comerciantes blancos y los indios, con lo cual se abría el espacio a algunos “cuñados” indígenas que actuaban como pequeños intermediarios entre ellos y los feligreses [productores indígenas de piasava].  

Vida religiosa

Las comunidades localizadas después de la cascada de Cumatí (aguas abajo) como lo son Nazaré, Yoco, Campinas y Villa Nueva, tienen una población mayoritariamente protestante que están bajo la influencia de la Misión “Nuevas Tribus del Brasil”. Ésta posee una sede próxima a Villa Nueva, casi en la desembocadura del Río Xié, con un contingente de cuatro misioneros permanentes. Dicha sede se instaló en el Xié a inicios de 1980, pero el trabajo misionero ya era coordinado desde antes por la Misión localizada en la desembocadura del Río Isana. En estas comunidades, no se fuma ni se bebe -al menos públicamente-, lo que significa que no hacen más “fiestas de Caxiris” (chicha) ni “Dabucuris” (rituales formales de intercambio de comida y otros bienes), en las cuales la bebida y el tabaco son esenciales. Lo que se realiza allí son “Conferencias”, es decir, reuniones de creyentes (evangélicos). Sin embargo, la mayoría de sus habitantes cuando están enfermos acostumbran buscar a los payes y curanderos de las comunidades católicas, los cuales todavía utilizan los recursos tradicionales como el tabaco, el  rapé y las “rezas” (cantos), prohibidos por los misioneros para las actividades de curación.

Las comunidades situadas antes de la cascada de Cumatí (aguas arriba) como los son Tunu, Umarituba, Tucano y Anamuim, son católicas. En las fiestas santas hay gran abundancia de bebida, comida, danzas y rezas (cantos), por varios días seguidos. Las letanías son cantadas en latín y mantenidas por la tradición oral desde los siglos XVIII y XIX. Pero esa es una población que también resguardó las tradiciones anteriores al contacto con los católicos, tales como la mitología y los conocimientos de los payes.

La Iglesia Católica nunca construyó una misión en el Río Xié tal como existen en Asunción (Isana), Taracuá, Yavaraté y Pari Cachoeira (Vaupés). Sin embargo, los Salesianos hacen sucesivas visitas al río Xié. En 1992, cuando se le preguntó al más viejo habitante del río, el señor Viriato Cândido (97 años), cuál habría sido el primer padre que él visitó en ese río, él respondió: el “Padre Lorenzo”, o sea, Lorenzo Giordano, uno de los que implantó la Misión Salesiana en el Río Negro en 1914. Sin embargo, es bastante probable que la presencia del catolicismo en la región sea anterior.

La división religiosa del río coincide en dos partes con una división geográfica representada por la cascada de Cumatí. Sin embargo, hay matrimonios entre personas “de arriba” y “de abajo” de la cascada y las relaciones sociales son generalmente amistosas.  

Actividades económicas

Carregando a fibra de piaçava. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.
Carregando a fibra de piaçava. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.

La población indígena del Río Xié acostumbra trabajar en la extracción de fibra de piasava. Normalmente, a partir del mes de octubre hasta febrero del año siguiente, los indios inician un periodo preparatorio que se traslapa con la época del año en que las familias permanecen en las comunidades o aldeas, dedicando la mayor parte del tiempo de trabajo a las actividades agrícolas, de caza, pesca y recolección.

Seguido a ese periodo preparatorio, hay un desplazamiento a las barracas de piasava situadas antes (aguas arriba) de la cascada de Cumatí. Este es un periodo que puede durar hasta dos meses, dependiendo de la distancia entre la comunidad y el punto de la barraca.

Durante los meses de las inundaciones, entre mayo y septiembre, se efectúa el  corte y el procesamiento de la piasava; posteriormente se entrega el producto al patrón como pago de las deudas adquiridas con anterioridad. Se trata entonces de un ciclo anual en el que la actividad extractiva no esta disociada de las demás actividades cotidianas de la vida Warekena y Baré, tales como las tareas domésticas, la caza, la pesca, la recolecta, el trabajo en agricultura y la confección de objetos de trabajo. De ese modo, la actividad extractiva no esta aislada sino encajada en un sistema mas grande de producción de la vida económica y social de la población local.

Trabalhando a fibra de piaçava. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.
Trabalhando a fibra de piaçava. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.

En buena medida, una red de pequeños, medianos y grandes comerciantes fue la responsable del desplazamiento compulsivo de poblaciones indígenas de sus regiones de origen hacia las áreas de exploración extractivista. Sin embargo, al final del proceso de “fabricación”, o después de la crisis de determinado producto –como fue el caso del caucho y de la balata en el siglo XIX-, muchas familias o individuos retornaron a sus regiones de origen. Es en ese sentido que la explotación del trabajo extractivo por parte de los comerciantes, es uno de los componentes fundamentales a tener en cuenta en la actual comprensión de las sociedades indígenas del Alto Río Negro.

Desde un punto de vista económico y político, tal actividad se mantiene de forma destacada entre los indios del Río Xié, en la medida en que la piasava representa, junto con la liana, el principal recurso natural cuya comercialización permite el acceso de aquellas poblaciones a algunos ítems industrializados necesarios, que son adquiridos de los comerciantes intermediarios que viajan por los ríos con mercancías. Este es un factor que lleva a la continuidad de dicha actividad en la región, y que le confiere una relevancia social.

Fazendo vassoura de piaçava. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.
Fazendo vassoura de piaçava. Foto: Paulo Santos/Interfoto, 2000.

Desde la década del setenta, la categoría de “gran comerciante” dejó de existir  en la región debido, principalmente, al decrecimiento de la actividad extractiva causada por factores externos. Apenas se mantuvo con un reducido poder el “pequeño” y el “medio” comerciante, siendo este último el responsable de las conexiones con otros mercados. La mayoría de los pequeños comerciantes es indígena y negocia con sus patrones mestizos o blancos. Razón por la cual hay muchos comerciantes “medios” que actúan en el Río Xié y mantienen su vínculo directamente con los feligreses [productores indígenas de piasava] sin la intermediación del pequeño comerciante. La tendencia actual de éste tipo de comerciante, es ser independiente, lo que significa vender el producto directamente en San Gabriel de Cachoeira. 

Fuentes de información

  • FREIRE, José Ribamar Bessa.  Barés, Manaos e Turumãs.  Amazônia em Cadernos, Manaus : Museu Amazônico, v. 2, n. 2/3, p. 159-78, 1994.

 

  • MEIRA, Márcio.  Laudo antropológico Área Indígena Baixo Rio Negro.  Belém : MPEG, 1991.  183 p.

.  O tempo dos patrões : extrativismo da piaçava entre os índios do rio Xié (Alto Rio Negro).  Campinas : Unicamp, 1993.  128 p.  (Dissertação de Mestrado)


.  O tempo dos patrões : extrativismo, comerciantes e história indígena no noroeste da Amazônia.  Belém : MPEG, 1994.  27 p.  (Cadernos Ciências Humanas, 2)

  • OLIVEIRA, Ana Gita de.  O mundo transformado : um estudo da "cultura de fronteira" no Alto Rio Negro.  Brasília : UnB-ICH, 1992.  286 p.  (Tese de Doutorado)

Esta tese foi publicada no final de 1995 pelo MPEG de Belém dentro da Coleção Eduardo Galvão.

  • OLIVEIRA, Christiane Cunha de.  Uma descrição do baré (arawak) : aspectos fonológicos e gramaticais.  Florianópolis : UFSC, 1993.  104 p.  (Dissertação de Mestrado)

.  Dupla negação em Bare : uma explicação diacrônica.  Rev. do Museu Antropológico, Goiânia : UFGO, v. 3/4, n. 1, p. 105-20, jan./dez.99/00.

  • OLIVEIRA, Lúcia Alberta Andrade de.  Os Baré e as práticas ocidentais de saúde.  Manaus : UFAM, 2001.  96 p.  (Monografia)

 

  • SANTOS, Antônio Maria de Souza.  Etnia e urbanização no Alto Rio Negro : São Gabriel da Cachoeira-AM.  Porto Alegre : UFRS, 1983.  154 p.  (Dissertação de Mestrado)

 

  • VIDAL, Silvia M.  Al chamanismo de los Arawakos de Rio Negro : su influencia en la política local y regional en le Amazonas de Venezuela.  Brasília : UnB, 2002.  20 p.  (Série Antropologia, 313)

.  Liderazgo y confederaciones multietnicas amerindias en la Amazonía luso-hispana del siglo XVIII.  Antropológica, Caracas : Fundación La Salle, n. 87, p. 19-45, 1997.


.  Reconstrucción de los processos de etnogenesis y reproducción social entre los Baré del Rio Negro (Siglos XVI-XVII).  Caracas : CEA-IVIC, 1993.  (Tese de Doutorado)