Pirahã
- Autodenominación
- Hiaitsiihi
- ¿Donde están? ¿Cuántos son?
- AM 592 (Siasi/Sesai, 2014)
- Familia linguística
- Mura
Los Pirahã se autodenominan hiaitsiihi, categoría de seres humanos o cuerpos (ibiisi) que se diferencia de los blancos y de otros indios. Poseen un elaborado sistema de nominación articulado a su cosmología. Antes mismo de nacer, todavía en el vientre materno, reciben un primer nombre, que creen que es responsable por la creación de sus cuerpos. Durante su vida, reciben nombres de seres que habitan en estratos superiores e inferiores del cosmos, responsables por la creación de sus almas y destinos, como también de enemigos de guerra.
Nombre
Los Pirahã son descendientes directos de los Mura. La lengua, la cultura material, la organización social y la semejanza física no dejan dudas en cuanto a la vinculación que tuvieron en el pasado. Nimuendajú (1982a/1925) fue quien hizo la vinculación entre los dos grupos, comenzando a designar a los Pirahã como Mura-Pirahã. A partir de entonces, la historia de los dos grupos se ligó estrechamente, tornándose una práctica habitual concebir a los Pirahã como los modernos remanentes de la antigua ‘Nación Mura’, otrora habitante de las márgenes del Río Madeira (cf. Nimuendajú 1948, 1982a; Rodrigues & Oliveira 1977; Oliveira 1978).
Pirahã es como los pobladores de la región los clasifican y como tales se identifican delante de la población envolvente y de los demás grupos indígenas. Hiaitsiihi es la autodenominación del grupo, que es el nombre de uno de los seres ibiisi (cuerpos) que habitan en uno de los muchos estratos que componen el cosmos.
Lengua
Apaitsiiso (“aquello que sale de la cabeza”) es como los Pirahã se refieren a su lengua. La lengua Pirahã fue clasificada como perteneciente a la familia Mura por Nimuendajú (1982a). Henrichs (1964) la clasificó como tonal. Everett la analizó en innúmeros trabajos (cf. 1979, 1983, 1985a, 1985b, 1986, 1986b). Una lengua tonal se caracteriza por tomar mano de recursos suprasegmentales (la relación entre los tonos) para establecer significados. Así, los Pirahã pueden, a partir de los tonos, generar modos de comunicación específicos: por medio de gritos, silbidos, “hablar-comiendo”. El grito permite la comunicación a gran distancia y, en general, es usado en las conversas entabladas cuando están navegando en una o más canoas por el río. La comunicación por medio de silbidos ocurre durante expediciones en el bosque o en el río, cuando las voces pueden colocar en riesgo el objetivo de la expedición. Everett (1983) anotó que los silbidos siguen a los tonos, y no una tonalidad estandarizada que establezca un significado. Así, los Pirahã son capaces de proferir palabras, e incluso frases, recurriendo a silbidos. El “hablar-comiendo” es la tercera posibilidad de establecer comunicación por medio de los tonos; mientras mastican, pueden continuar conversando.
La mayoría de los hombres entiende portugués, pero no todos ellos son capaces de expresarse en esa lengua. Las mujeres entienden mal el portugués y nunca lo usan como forma de expresión. Los hombres desenvolvieron una “lengua” de contacto para comunicarse con los pobladores de la región, mezclando palabras en Pirahã, portugués y lengua general amazónica (más conocida como nheengatu).
Localización
Los Pirahã habitan un trecho de las tierras cortadas por el río Marmelos y casi toda la extensión del río Maici, en el municipio de Humaitá, Estado de Amazonas. El río Maici es afluente del Marmelos, tributario en la margen izquierda del río Madeira. Los períodos de seca y de lluvia provocan alteraciones importantes en la ocupación de esa región. El Marmelos es un río ancho, de aguas oscuras, cuyas márgenes exhiben una flora exuberante, árboles frondosos, típica vegetación de floresta tropical. En la época de seca, despuntan playas de arena blanca, intercaladas por aglomeraciones de rocas e islas, en toda su extensión. En el período de lluvia, el agua invade el bosque, formando extensos igapós [vegetación característica de terrenos inundables], que dejan aparecer solamente las copas de los árboles y las “tierras altas”.
Subiendo el río Marmelos, aparece un largo trecho en línea recta, denominado “Estirão Grande”, inicio del territorio Pirahã. Prosiguiendo en la misma dirección, más arriba, junto a la desembocadura del río Maici, se encuentra una de las principales playas del Marmelos, punto estratégico de residencia, toda vez que da acceso a la exploración de los dos grandes ríos. Cruzando la boca del río Maici, todavía en el Marmelos, se atraviesa innumerables playas, lagos, igarapés [canales estrechos] así como los ríos Juqui y Sepoti. Este último demarca los límites del territorio Pirahã, en vista de que las referencias topográficas y toponímicas se agotan en sus adyacencias.
El ríó Maici es estrecho y profundo. En la travesía se avistan centenas de castañeras en toda su extensión. La ocupación en este río se hace desde la embocadura hasta las proximidades de la cabecera; el puente que cruza la carretera Transamazónica, distante 90 kilómetros de la ciudad de Humaitá, delimita el territorio Pirahã. El Maici es el lugar de las tierras altas, puntos estratégicos para la exploración de sus 17 castañales. En el verano, se forman pequeñas playas que se prestan para ser habitadas.
La tierra Pirahã fue demarcada en 1994, teniendo como límite norte el río Marmelos: del igarapé Folharal hasta el igarapé Agua Azul, comprendiendo toda la extensión de la margen izquierda de este río; el límite sur es el puente sobre el río Maici, en la carretera Transamazónica; el límite este y oeste está compuesto por una extensa faja de tierra que avanza más de ocho kilómetros partiendo de la margen izquierda y derecha, respectivamente. La región suma aproximadamente 400 mil hectáreas en un perímetro de 410 kilómetros.
Demografía
La población Pirahã era de aproximadamente 360 personas en el año 2000. En la década de 1920 y en la de 1970, fueron estimados en 90 personas. En 1985, año del primer censo, la Funai (Fundación Nacional del Indio) contó 41 personas, registrando un equilibrio entre los sexos (cf. Levinho 1986). Esa población se extiende a lo largo del Maici y en el trecho del río Marmelos en pequeños grupos en la época de lluvias, dedicándose a la recolección de castaña en los lugares de explotación de este producto.
En la época de seca, se concentra en grupos mayores, habitando algunas playas de los referidos ríos. Dos grandes grupos poblacionales Pirahã dividen el territorio. Un grupo de aproximadamente 120 individuos habita la región del río Marmelos y las márgenes del Maici, hasta un lugar denominado Cuatá. Otro agrupamiento, compuesto de 100 personas, vive a una distancia de cerca de dos días de barco de este último punto (Cuatá), ocupando por lo menos cuatro lugares hasta las proximidades de la Transamazónica. Según los Pirahã, hasta la década de 1960 estos grupos habitaban conjuntamente los parajes próximos a la desembocadura del Maici. Los motivos alegados para la separación de los grupos y el desplazamiento de un gran número de individuos hacia el interior en la región del alto Maici fueron conflictos provocados por ‘robo’ de mujer, desencadenando dos asesinatos. La crisis definió, así, una nueva configuración en la ocupación del territorio.
Historial del contacto
Los Pirahã propiamente dichos surgen en las crónicas y documentos solamente a partir del final del siglo XIX y comienzo de este siglo. Nimuendajú, en 1921, encuentra una aldea Pirahã en el Estirão Grande del Marmelos y otra en el curso inferior del Maici. Informa que, en 1921, el SPI (Servicio de Protección a los Indios) fundó un puesto en el Maici para atender a estos indios que, en su opinión, son “felices en su pobreza, … hasta hoy poco se han interesado en las ventajas de la civilización y, excepción hecha de las herramientas, casi no se encuentra entre ellos señal permanente de contacto con los civilizados. Son extremadamente indolentes, pero pacíficos, tanto que no me consta ninguna hostilidad contra los civilizados, invasores de sus castañales, a pesar de los frecuentes abusos que estos intrusos cometen” (Nimuendajú 1982ª: 117).
Nimuendajú registró conflictos entre los Pirahã, Matanawi y Parintintin en el área del alto Maici. Datan de esa misma época las informaciones proporcionadas por Gondin (1938), atribuyendo a los Pirahã la misma actitud belicosa de los Mura. Según el autor, los Pirahã guerreaban en el alto Maici con los Torá y Parintintin, manteniendo ese estado de beligerancia hasta 1922, data de la instalación de un puesto de vigilancia por el Servicio de Protección a los Indios (cf. Gondin 1925).
En 1925 se inició la acción del SIL (Summer Institut of Linguistics), que permaneció en el área indígena hasta 1980. Una pareja actuó entre 1960 y 1966, y otra entre 1967 y 1977). El SIL estableció su Misión en tres localidades distintas: en el Estirão Grande del Marmelos, en el interior del río Maici en un lugar de nombre Tuxaua, y en un barranco denominado “Puesto Nuevo”, en las proximidades de la desembocadura del río Maici. Aunque los misioneros estuvieron en contacto con los Pirahã por más de veinte años, desenvolviendo trabajo asistencial y de evangelización, es difícil, hoy, reconocer rastros de su paso por el grupo. Informaciones encontradas en los informes del SIL revelan las dificultades para la instalación de una Misión, a causa de que los indios se encontraban “dispersos a lo largo de los ríos”, de que las mujeres no hablasen con extranjeros, además de los conflictos con pobladores de la región que no querían ningún tipo de control sobre el territorio. En 1967 fueron registrados conflictos entre los Pirahã y los blancos, provocados por el comercio de castaña, que tuvieron como resultado la muerte de un indio. En 1968 hubo una epidemia de sarampión que afectó al 10 por ciento de la población, registrando 14 muertos. En 1971 ocurrieron más conflictos con gente de la región, en el período de zafra de castaña, siendo un Pirahã acuchillado y arrojado al río. Después de este episodio los indios pensaron en migrar hacia las cabeceras de los igarapés del Maici, huyendo, así, de los embates de otros pobladores de la región.
Un informe de 1979, escrito por un misionero voluntario católico que vivió durante 10 meses entre los Pirahã de la desembocadura del Maici, estimaba su población en 107 individuos, de los cuales 56 vivían en el bajo Maici y 51 en las aldeas de la parte alta. Informaba, también, que en 1974 el grupo fue alcanzado por una epidemia de sarampión, registrando más de 50 óbitos.
Las informaciones de este siglo sobre los Pirahã – proporcionadas por Nimuendajú, misioneros del SIL, funcionarios de la Funai y antropólogos – enfatizan que el grupo, aun cuando mantenga estrecho contacto con los blancos, consigue mantener su cultura tradicional y su propio estilo de vida. La región del Marmelos y del Maici es hasta hoy invadida, durante determinados momentos del año, por comerciantes de Manicoré, Auxiliadora, Humaitá y Porto Velho. Las fuentes consultadas narran, desde comienzos de siglo, la confrontación entre los Pirahã y agentes del frente de extracción de castaña. En la estación de lluvias es constante el movimiento de barcos por el río Maici. Hasta 1985, pobladores de la región ocupaban factorías a lo largo de este río, explotando los castañales circunvecinos. Actualmente, la situación es considerablemente diferente. Después de la intervención de la Funai y de un equipo del Cimi (Consejo Indigenista Misionero), que actúa en el área desde 1991, los Pirahã pasaron a ocupar los castañales de la región del Maici, recolectando directamente el producto que cambian por harina, munición, ropas e instrumentos de trabajo con los comerciantes locales, en una negociación mediada por el equipo del Cimi.
Organización social
Los Pirahã conciben el tiempo como una alternancia entre dos estaciones bien marcadas, definidas por la cantidad de agua que cada una posee: piaiisi (época de seca) y piaisai (época de lluvia). Esas demarcaciones temporales se combinan con formas de organización espacio-sociales. Tenemos, por tanto, una serie de oposiciones concebidas a partir de las relaciones entre espacio y tiempo:
Seca
|
Lhuva
|
playa | tierra alta |
casa familiar | casa colectiva |
concentración | dispersión |
abundancia | escasez |
vida ritual | vida cotidiana |
La organización de la vida social a partir de las dos estaciones es proyectada en el espacio, creando así un tiempo-espacio de la playa versus un tiempo-espacio de la tierra alta. Los Pirahã se organizan en pequeños núcleos residenciales, cuyo número varía de acuerdo a la estación del año. En la época de la seca, se encuentra una media de cinco agrupamientos y, en la época de la lluvia, de 10 a 13. Estos núcleos están concentrados en dos áreas distintas del territorio, el alto y el bajo Maici, conformando, así, conjuntos mayores que engloban los diversos ordenamientos residenciales. Los núcleos que hacen parte de un conjunto mantienen relaciones pautadas por la contigüidad espacial y por los lazos de consanguinidad y afinidad. Los conjuntos están separados por una distancia considerable, son prácticamente independientes, con relaciones esporádicas entre sus miembros. Por consiguiente, las relaciones sociales, los casamientos, los intercambios y los ritos de congraciamiento se dan al interior del conjunto.
En los núcleos residenciales, se torna difícil precisar el grupo doméstico o la familia elementar como unidad de producción y de consumo. La pareja es la unidad más notoria; por medio de esta unidad la fragmentación de la vida social gana articulación y sistematicidad. Kage es la designación para una relación entre dos personas de sexo opuesto, no implicando, necesariamente, relación sexual y/o hijos. La autonomía de la pareja se pone en evidencia durante las expediciones de pesca y de recolección; ellos permanecen solos por días, semanas, transmitiendo así la idea de bastarse para constituir una vida social. Por un lado, la pareja produce la fragmentación, estimula el estilo de vida autónomo, no gregario, marcado por una forma provisoria de vida (mudanzas constantes, abrigos frágiles, bienes escasos). Por otro lado, la pareja aparece como unidad fundamental, opera como un ordenador de relaciones sociales, costurando, incluso de forma tortuosa, el tejido social.
El conjunto que engloba los núcleos residenciales del bajo Maici es el más populoso. La conformación de estos conjuntos y su mantenimiento en el tiempo se deben a tres factores: la “herencia del territorio”, la clasificación de los parientes en “próximos” y “distantes” y los casamientos, preferencialmente contraídos al interior de los conjuntos.
A través de las nociones de consanguinidad y afinidad, se crean dos formas de clasificación distintas: los parientes distantes, los mage, y los parientes próximos, los ahaige. A partir de estas clasificaciones, se engendran formas distintas de reciprocidad y, consecuentemente, diferencias que reproducen niveles de inclusión y de exclusión de los núcleos residenciales o de los conjuntos mayores.
Los arreglos matrimoniales son, también, responsables por la manera como la sociedad se organiza en el espacio. Los casamientos pueden ocurrir en el interior de un mismo núcleo residencial, entre núcleos diferentes o, incluso, acontecer entre los conjuntos.
En la sociedad Pirahã, raramente se escucha a alguien llamar o referirse a una persona por los términos de parentesco; no operan como emblemas para las relaciones interpersonales. Pero el hecho de no ser enunciados no significa que no cumplan ninguna función clasificatoria o que no informen sobre el modo en que esas relaciones se construyen.
Se observa la existencia de cuatro términos básicos usados en una primera clasificación del universo de los parientes. Estos términos, antepuestos o pospuestos a otras palabras producen los modos derivados para clasificar una relación. Los tres modos derivados se definen por anexar elementos (como el pronombre, los verbos y substantivos que definen sexo y edad) al término básico.
Se puede incluir el sistema de parentesco Pirahã en una “estructura elemental” si se toma en consideración que el término ibaisi, correspondiente a las primas cruzadas bilaterales, viene a ser el modo en que los Pirahã designan a la mujer con quien se casan. En el caso Pirahã, el término ibaisi recubre las posiciones genealógicas “primas cruzadas” (hija del hermano de la madre e hija de la hermana del padre), y es de hecho el único trazo, a nivel de la terminología, que apunta en este contexto a una afinidad virtual.
Un hombre se relaciona con su madre, con la esposa del padre, con la hermana, con la prima cruzada, con la suegra, con la cuñada, con la esposa, con la hija y con la hija de la esposa. Si consideramos que es el hombre el responsable por la pesca y la roza, que son las principales actividades productivas de la sociedad pirahã, él aparece como el proveedor de alimentos.
Las relaciones con la madre, hermanas, primas paralelas y cruzadas son del tipo ahaige, es decir, implican que el hombre “deba pescar” para estas mujeres. Si fuera casado, tal práctica también se aplica a sus hijas e hijas de su esposa. A través de su esposa, su suegra y sus cuñadas tienen acceso al producto de su pesca. Un hombre jamás afirmaría que pesca para su suegro o para su cuñado, pero estos tendrán acceso a los productos de su pesca a través de sus mujeres.
Las rozas están vinculadas a los hombres, tratándose por lo general de hermanos que se unieron para dividir el servicio y, juntos, “comer de aquella roza”. Un hombre tendrá acceso a los productos de la roza de otro hombre a través de su mujer, así podrá comer de la roza del marido de su madre, del marido de su hermana, del marido de su hija o del marido de la hija de su mujer.
La caza es una actividad poco practicada, pudiendo ser ejercida por los hombres y las mujeres. Los hombres cazan con escopeta (monos, antas, sajinos, pecarís, agutís, capibara, paca) y las mujeres cazan (pacas, pecarís, agutís) con auxilio de los cachorros. La recolección también es una actividad cotidiana entre los Pirahã, desenvuelta tanto en la época de seca cuanto en la época de lluvia por hombres y mujeres.
Cosmología
El cosmos es representado de modo estratigráfico: capas de tierra sobrepuestas unas a otras, generando planos paralelos que no se comunican físicamente, a no ser por los seres que las habitan. Lo que identifica a estas capas como pertenecientes a una misma clase es su base morfológica. Cada estrato representa una morfología propia compuesta por agua, tierra, árboles, animales, variando sólo en la forma, tamaño y número. Aunque todos los estratos sean designados migi, “tierra”, la diferencia entre ellos es marcada por lo que contienen y por el lugar que ocupan en la estructuración del cosmos.
Los Pirahã admiten no saber con certeza el número de estratos. A pesar de esta incerteza con respecto al número de capas de tierra que componen el cosmos, las personas reducen esta estructura compleja a un modelo simple, guardando detalles e impresiones de sólo cinco estratos, que parecen constituir la forma mínima posible para representar la cosmología.
____________________ abaisi e ibiisi
____________________ abaisi e ibiisi
____________________ ibiisi
____________________ abaisi, kaoaiboge, toipe, ibiisi
____________________ abaisi e ibiisi Las líneas son los estratos del cosmos. Cada uno de éstos es habitado por determinados seres (ver nombres, a la derecha). El estrato intermediario es habitado exclusivamente por seres ibiisi, los demás lo son por los abaisi y por los ibiisi, a excepción del estrato inmediatamente abajo del intermediario, que abriga también a los kaoaiboge y los toipe. Ibiisi es una designación genérica para “ser humano”: son ibiisi los Pirahã, los blancos y los otros indios. Lo que define un ibiisi es el hecho de él poseer un cuerpo con una forma específica. Los abaisi tienen la misma forma general de los ibiisi (son antropomorfos), pero imperfectamente realizada; son seres defectuosos o deformados. Los kaoaiboge y los toipe son transformaciones humanas de los ibiisi, habitando el estrato inmediatamente abajo del intermediario.
Los Pirahã tienen un elaborado sistema de nominación articulado directamente a su cosmología. Un Pirahã recibe el primer nombre incluso antes de nacer, cuando todavía está en el vientre materno. El nombre que recibe está en estrecha relación con su concepción. Es el nombre del cuerpo (ibiisi). Otra fuente de nombres viene de los seres abaisi que habitan el cosmos. Si los nombres ligados a la concepción, nombres de origen, son responsables por la creación de su materia, de su soporte, el ibiisi (cuerpo), los nombres ligados a los seres abaisi están relacionados a su “alma”, son nombres de “destino”. Los muertos tienen un papel importante en el proceso de nominación. Si a los abaisi compete proveer nombres que dan al “alma” la posibilidad de un destino póstumo, a los muertos, en general, les compete la responsabilidad de comparecer en el ritual chamánico representando los nombres de los abaisi y de transferirlos, por intermedio del chamán, a los ibiisi. La creencia Pirahã es que, al recibir un nombre del abaisi, está asegurada la transformación en kaoaiboge y toipe, cada cual pudiendo tener, así, un destino.
Cada nombre de abaisi que un individuo posee se refiere a la posibilidad de transformarse en dos seres, denominados kaoaiboge y toipe. Kaoaiboge es un ser pacífico, que se alimenta de frutas y peces, víctima caníbal de los toipe. Así, si un individuo tiene ocho nombres de abaisi tendrá, ciertamente, su destino asegurado a través de la transformación en ocho kaoaiboge y ocho toipe. La relación con los enemigos es una fuente de nombres. Según los Pirahã, existió en la sociedad una clase de personas designada euebihiai. Esta categoría comprendía a los guerreros/matadores que tenían como principal objetivo el asesinato de enemigos y la caza, proveyendo el animal a ser consumido. El enemigo producía nombre, la caza, no, pero ambos eran tratados en la misma forma en los rituales realizados para su ingestión. Los matadores observaban cuidadosamente al enemigo antes de matarlo para así nominarlo. El matador, entonces, daba al enemigo el nombre de abaisi que un muerto poseía. Se ve que la lógica de este tipo de práctica onomástica se basaba en una semejanza física de cuerpos: el cuerpo del enemigo y el cuerpo de un Pirahã muerto. Cuerpos iguales, nombres iguales. Esa lógica es empleada hasta hoy para la nominación de los extranjeros. Al matar al enemigo, el euebihiai se apoderaba de su nombre. Lo guardaba para sí o lo transmitía a otros Pirahã.
Ritual y chamanismo
Clasificamos como pertenecientes al plano ritual todas las acciones que ponen en relación a los ibiisi con los abaisi y con los kaoaiboge y toipe. Son dos los tipos de rituales: el chamanismo y la fiesta. Ambos tienen la intención de colocar en relación el dominio social con el sobrenatural, pero el chamanismo es el ritual privilegiado por la sociedad, mientras que las fiestas, calificadas de “grandes” y “pequeñas”, son rituales complementarios.
El chamanismo materializa el proceso de interacción entre los ibiisi y los abaisi y/o entre los ibiisi y los abaisi y los kaoaiboge y toipe. Es por medio del chamán y de su performance que el encuentro gana dramatismo y sustentación. El chamán “intercambia de lugar” con los abaisi o con los muertos visitando sus respectivos estratos, mientras que éstos vienen al estrato Pirahã. El desempeño del chamán permite a la sociedad el aumento y el rescate del patrimonio onomástico. El chamanismo es una posibilidad de aprovisionamiento de nombres “nuevos” para la sociedad. Su inserción en el complejo onomástico se hace a partir de la presentación de los nombres de los abaisi a los ibiisi para que éstos los utilicen, posteriormente, en la nominación. Así, el chamán es la base del ritual, es el único ser que es capaz de representar, en cada sesión, toda la cosmología.
La “Fiesta Pequeña” y la “Fiesta Grande” tiene la misma justificación de existencia: colocar el cosmos en operación. En la percepción Pirahã, ambos rituales son realizados con la intención de provocar ruidos, hacer barullo, para que el demiurgo Igagai, localizado en el segundo estrato celeste, pueda oírlos, cerciorarse de su existencia y del lugar exacto donde se encuentran. El recelo de los Pirahã de no ser localizados por Igagai puede ser interpretado como un temor de que se repita lo que está contenido en el fragmento mítico que narra la destrucción del mundo. La destrucción del mundo se debió, en última instancia, al hecho de que Igagai ignoraba dónde los Pirahã estaban. Fue solamente con el llanto de las mujeres, que se quedaron solas y sin fuego, que Igagai pudo, entonces, escuchar, localizar e iniciar la reconstrucción del mundo. Ambos rituales son realizados de preferencia en la época de luna llena. La luna llena es interpretada por los Pirahã como el horno donde Igagai tuesta su harina. Entendemos que la realización del ritual en el período de la luna llena sea una tentativa de que, al localizar Igagai bajo la luna llena, éste pueda, también, localizar a los Pirahã.
Fuentes de información
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