De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Beto Ricardo, 1999

Kuikuro

Autodenominación
Ipatse ótomo, Ahukugi ótomo, Lahatuá ótomo
¿Donde están? ¿Cuántos son?
MT 802 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Karib
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Los Kuikuro son, en la actualidad, el pueblo más numeroso en el Alto Xingu. Ellos son parte del subsistema carib, junto con los otros grupos que hablan variantes dialectales de la misma lengua (Kalapalo, Matipu e Nahukwá) y participan del sistema multilingüe conocido como Alto Xingu, en la porción sur de la Tierra Indígena (TI) Parque Indígena del Xingu. En la historia de la formación de este sistema, los pueblos carib están ubicados en el mismo grado de importancia que los aruak (Waujá e Mehinako), aunque la matriz inicial se les atribuya a los aruak. En esta sección se proporcionan informaciones más detallas sobre la lengua, la historia y otras características de los Kuikuro, productores de los famosos collares y cintos de caracoles a través de los cuales continúan desempeñando un papel específico en el sistema tradicional de pagos e intercambios dentro del sistema del Alto Xingu. Para otros aspectos culturales y sociales, como el chamanismo, la cosmología, las fiestas y los rituales, la sección Parque Indígena del Xingu presenta elementos que se encuentran también en el grupo Kuikuro.

Nombre

Hacia el final del siglo XIX, el etnólogo alemán Karl von den Steinen (1940) registró entre los diferentes pueblos ubicados en los márgenes del río Culuene la existencia de los Guikuru o Puikuru o Cuicutl. Steinen observaba la dificultad de representar en la escritura un particular sonido, y muy común en las lenguas carib del Alto Xingu, que era una especia “g” producido con una choque de la úvula (apéndice cónico del velo palatino, situado en la parte posterior de la boca). Los Kuikuro, en la actualidad, representan este sonido con la letra “g”, aunque los blancos están acostumbrados a escribirlo con la “r”.

La palabra “kuikuro” tiene su historia. La denominación que Steinen oía e intentaba registrar era aquella perteneciente a un grupo local que en esa época vivía en la aldea Kuhikugu, y era una contracción de “kuhi ekugu”, “kuhi verdadero”, que implicaba: a la orilla de una laguna con muchos peces kuhi (Potamorraphis, fam. Belonidae). Los de Kuhikugu construyeron la primer aldea de un nuevo grupo local que se separó de los otros grupos locales carib del Alto Xingu a mediados del siglo XIX; ellos fueron los fundadores de un pueblo al que los blancos denominaron y denominan, hasta hoy, Kuikuro.

La autodenominación está dada siempre por el nombre del lugar o de la aldea seguido por término ótomo (grupo local que habita una o más aldeas, domina un determinado territorio, tienen una identidad política propia y se distinguen por hablar una lengua o una variante dialectal específica), “dueños o maestros”. De tal forma, los Kuikuro actuales son Ipatse ótomo o Ahukugi ótomo o Lahatuá ótomo, “los dueños de Ipatse, de Ahukugi o de Lahatuá”, nombres de las tres aldeas existentes en la actualidad. Muchos ancianos, sin embargo, continúan usando la expresión Lahatuá ótomo, nombre de la aldea forzosamente abandonada luego de la epidemia de sarampión de 1954 que diezmó a la mitad de su población.

Población y localización

Los Kuikuro forman parte de lo que puede ser denominado subsistema carib del Alto Xingu. El mismo está constituido en la actualidad por cuatro grupos: además de los Kuikuro, los Matipu, los Nahukwá y los Kalapalo. Su territorio tradicional es la región oriental de la cuenca hidrográfica de los formadores del río Xingu (ríos Culuene, Buriti y Curisevo). Los Kuikuro residían, en 2004, en tres aldeas. La principal era Ipatse, a poca distancia del margen izquierdo del curso medio del río Culuene, en donde se asentaban más de 300 personas. En 1997, surgió la aldea de Ahukugi, en el margen derecho del Culuene, río arriba desde Ipatse, con casi 100 personas. Casi de inmediato se formó una tercera aldea en el lugar en donde se encontraba la antigua Lahatuá, con un grupa familiar de una decena de personas. Unos 30 Kuikuro vivían, en 2004, en la aldea Yawalapiti. Fuertes e intensas alianzas políticas y algunos matrimonios entre los Kuikuro y Yawalapiti coadyuvaron al resurgimiento de los Yawalapiti como aldea y como grupo local a partir de los años 50. Como consecuencia de los casamientos interétnicos, otros Kuikuro residen en otras aldeas del Alto Xingu, especialmente en la de los otros pueblos carib de la región.

Lengua

Hacia fines de 1800, Karl von den Steinen, etnólogo alemán, recolectó listas de palabras del Alto Xingu entre las cuales se encontraban algunas de la lengua nahukuá. Steinen halló a los Nahukuá durante su viaje al descender el río Xingu y generalizó este nombre aplicándolo a todos los pueblos karib del Alto Xingu, incluyendo a los entonces denominados Kuhikugu (Steinen, 1940). Fue Steinen quien clasificó correctamente la lengua nahukuá como perteneciente a la familia karib. Los Kuikuro ostentan, entonces, una lengua karib meridional.

Los Kuikuro, los Kalapalo, los Nahukuá y los Matipu hablan variantes dialectales de una misma lengua: la karib del Alto Xingu. La identificación lingüística es uno de los emblemas más importantes de la identidad social de los grupos locales. Así, el juego contrastivo de las identidades sociopolíticas de los grupos locales karib se basa en las diferentes estructuras rítmicas (prosódicas) que contrastan las variedades dialectales. Los Kalapalo y los Nahukwá hablan la misma variedad. Los Matipu ya están olvidando su variedad, hablada solamente por los más ancianos; el Matipu parece ser una subvariedad de la variedad Kuikuro. Desde el punto de vista de la clasificación genética al interior de la familia karib, la lengua karib del Alto Xingu es una especie de isla diferente en sus estructuras sintácticas y fonológicas. Desde el punto de vista de la tipología morfosintáctica, es una lengua ergativa (por lo menos, por su morfología en el caso nominal). Una primera comparación de la lengua karib del Alto Xingu con las lenguas karib septentrionales (al norte del río Amazonas) y con las otras de la región meridional (Bakairi, Ikpeng, Arara, Yaruma y Apiaká de Tocantins, estas dos últimas extintas) permite proyectar  un escenario prehistórico en el que se produjo una primera separación del proto karib que originó la proto lengua de los actuales karib del Alto Xingu así como una segunda separación, posterior, que originó la proto lengua de los otros pueblos karib meridionales.

Los intercasamientos logran que el monolingüismo entre los Kuikuro (o entre los hablantes de la lengua karib del Alto Xingu) caracterice a muchos de los habitantes de las aldeas de Ipatse, Ahukugi e Lahatuá, aunque no a todos. No son pocos los individuos bilingües o trilingües con conocimiento de otras lenguas en la región, tanto aruak como tupí. En la aldea Yawalapiti, el Kuikuro parece ser la lengua dominante. El dominio del portugués varía de acuerdo a la edad y al sexo. Algunos hombres, con historias de vida particulares (jefes, líderes políticos), y los más jóvenes (en la actualidad por debajo de los treinta años) saben portugués en grados variables en cuanto a lo fluente de la comunicación. Son raros los casos en los que las mujeres utilizan el portugués. Aunque su número está creciendo.

La lengua kuikuro está aún activa e integra. Es utilizada por todos y en todos los dominios aunque no en la comunicación con los blancos y con los otros indios. La escolarización, los contactos cada vez más intensos con el exterior, los viajes constantes hacia las ciudades, la presencia cada vez más impositiva de la televisión y de otros medios en la aldea, entre otros elementos, consiguen que el conocimiento y el uso del portugués crezca muy rápidamente. El Kuikuro es, como todas las lenguas indígenas, una lengua minoritaria de tradición oral sobreviviendo en un contexto desfavorable en lo que respecta al mantenimiento de su vitalidad.

Historia

Índios kuikuro recebem roupas por ocasião do contato com a expedição Roncador-Xingu, dos irmãos Villas-Bôas. Foto: acervo Museu do Índio, década de 1950.
Índios kuikuro recebem roupas por ocasião do contato com a expedição Roncador-Xingu, dos irmãos Villas-Bôas. Foto: acervo Museu do Índio, década de 1950.

Según las investigaciones arqueológicas más recientes (Heckenberger 1996, 2001), la prehistoria del Alto Xingu comienza alrededor de mil años antes del presente. Las dataciones de radiocarbono señalan las primeras ocupaciones y se relacionan a los pueblos aruak, entre los 950 y 1050 años d.C. En ese período se estableció el patrón cultural de la tradición del Alto Xingu, reconocible desde el punto de vista arqueológico por una industria cerámica distintiva, el patrón de establecimiento de las aldeas, así como la presencia de aldeas circulares con una plaza central. Ese patrón persiste intacto hasta la actualidad. El Alto Xingu es la única área en la Amazonía brasileña en donde puede ser demostrada con claridad la continuidad de la ocupación indígena desde los tiempos prehistóricos hasta el presente. Haci el 1400 d.C., si no antes, las aldeas prehistóricas alcanzaron proporciones imponentes (20-50 hectáreas), entre las mayores en cualquier área de las tierras bajas de América del Sur en tiempos prehistóricos, y fueron erguidas con una gran variedad de estructuras, incluyendo terrazas lineales que marcaban los márgenes de los principales caminos, plazas centrales y amplias fosas, sin duda asociadas con las estructuras elevadas por en cima del suero, como empalizadas, puentes y portales de entrada. Se calcula que esas aldeas abrigaban alrededor de mil personas y que hacia el oeste del río Culuene, en el Alto Xingu, vivían, probablemente, más de 10.000 indios.

A partir del trabajo de Heckenberger y de las investigaciones sobre historia oral (Franchetto, 1992 e 1990), podemos establecer la hipótesis de que los carib del Alto Xingu entraron en la región durante la primera mitad del siglo XVIII, provenientes del este. Hacia el oeste del río Culuene, ellos encontraron pueblos de origen aruak. Los pueblos de origen tupí llegaron más tarde a la región. Existen evidencias arqueológicas de una única ocupación entre los años 1400 al 1500 al este del río Culuene, presentando dos o tres bloques poblacionales. El sitio Tehukugu, presenta una casa circular de 55 metros de diámetro data de 1510, habiendo sido ocupada posteriormente por los Kamayurá y otros grupos del Alto Xingu. También hacia el este, en la laguna Tahununu, encontramos el sitio Kuguhí que data de 1610. Se trata de una época en la que se podía distinguir entre un complejo cultural carib, que incluía a los extintos Yarumá (o Jaruma), y un complejo occidental aruak, separados por el río Culuene. Consideramos, entonces, que a mediados del siglo XVIII, los grupos carib que hablaban una misma lengua comenzaron a ocupar los territorios al oeste del río Culuene, trasladando hacia el oeste y hacia el norte a los aruak que residían en la zona con anterioridad.

Los Kuikuro relatan que su origen se produjo luego de la separación de un grupo liderado por algunos jefes del antiguo complejo de las aldeas de oti (“campo”), situadas en curso superior del río Burití, probablemente a mediados del siglo XIX. Los que se quedaron en óti dieron origen a los que en la actualidad son denominados Matipu (Wagihütü ótomo). La lengua cambió un poco, originando dos variantes o dialectos Matipu y Kuikuro. El nuevo grupo (Kuikuro) ocupó varias localidades en aldeas sucesivas en los márgenes de las lagunas entre los ríos Buruti, Culuene y Curisevo. La primera se denominó Kuhikugu. Las antiguas aldeas eran grandes y numerosas.

En relación a los documentos escritos, el primer etnógrafo que visitó el Alto Xingu fue el alemán Karl von den Steinen en sus dos viajes  - 1884 e 1887 (Steinen, 1886/1942; 1894/1940)-, menciona a los carib del Alto Xingu, entre los cuales se encuentran los Kuikuro del río Culuene. Steinen es recordado en las narrativas Kuikuro como Kalusi, el primer blanco (kagaiha) que “llegó en paz”, trayendo regalos y bienes para intercambiar. Por medio de Steinen sabemos que en el Alto Xingu vivían, hacia el final del siglo XIX, más de 3.000 indios en 31 aldeas, siete de las cuales eran carib. La memoria oral kuikuro va más allá de la visita de Steinen y rememora los primeros encuentros con los blancos en el Alto Xingu, en la segunda mitad del siglo XVIII, momento de los bandeirantes quienes, en sus expediciones al interior del Brasil, capturaban y mataban a los indios (ver el testimonio kuikuro “La aparición de los Caraíba” o “O Aparecimento dos Caraíba”).

Luego de Steinen, otras expediciones científicas y hasta militares entraron en la región y registraron la presencia de sus habitantes: Hermann Meyer (1897a; 1897b, referente al viaje de 1896), Max Schmidt (1905; 1942, referente al viaje de 1900-01), Ramiro Noronha (1952, referente al viaje de 1920); Vicente de Vasconcelos (1945, referente al viaje de 1924-25) y Vincent Petrullo (1932, referente al viaje de 1931). A partir de los años 40, se abre un nuevo capítulo en la historia de los pueblos del Alto Xingu, confundiéndose con la historia de la creación del Parque nacional.

A partir de 1915, se intensificó la explotación en las cabeceras del Alto Xingu, inclusive con la participación de militares pertenecientes a la Comisión Rondon (Comissão Rondon). Los grupos carib continuaban en las mismas localidades registradas por Steinen y Meyer. Todos los relatos aludieron a un proceso increíblemente rápido de despoblamiento. Agostinho (1972) nos proporciona una estimación trágica del resultado del choque bacteriológico y viral. Entre el final del siglo XIX y hasta mediados de la década del 50, la población de la región se habría reducido de 3.000 a 1.840 personas en 1926 y para algo más de 700 indios hacia el final de los años 40.

En 1943 fue creada la Expedición Roncador-Xingu (ERX), vanguardia de la Fundación Brasil Central, para la ocupación de las regiones centrales del Brasil. Los hermanos Vilas-Bôas llegaron a la región de los formadores del río Xingu. También ellos observaron que los pueblos hallados en la parte inferior del río Culuene y hasta la confluencia de los formadores Xingu eran los mismos pueblos encontrados por Steinen hacia el final del siglo XIX.

En los años 40, también comienzan las expediciones científicas del Museo Nacional (Museu Nacional), que registran un cuadro de grandes cambios. En el primer siglo luego de celebrado el viaje de Cabral por la costa brasileña, las grandes comunidades del Alto Xingu sufrieron pérdidas poblacionales catastróficas, muy probablemente como resultado de las primeras epidemias causadas por las enfermedades infecto contagiosas provenientes del Viejo Mundo. Una declinación demográfica drástica después del 1500 y hasta 1884, cuando comenzó la historia escrita del Alto Xingu, lo que está claramente indicado por la reducción del número de aldeas y del tamaño de las aldeas en toda la región en relación a la fase prehistórica tardía y hasta el siglo XX. Entre 1884 y 1960, cuando comienzan los programas de vacunación sistemática en el Alto Xingu, la población de la región disminuyó casi en un 80%. La contaminación con el virus de la gripe y del sarampión causó un violento despoblamiento que alcanzó su nivel más alto durante la epidemia de sarampión en el año 1954. Con ese hecho, los grupos carib de los ríos Culiseu/Culuene fueron obligados a trasladarse a una ubicación más cercana al Puesto Leonardo, hacia el norte de los territorios tradicionales ya que los indios Kalapalo, Kuikuro, Matipu y Nahukwá, diezmados desde la gripe llevada por la ERX, comenzaron a depender de la asistencia médica dispensada en los puestos de la FBC. Posteriormente, una vez iniciada la recuperación demográfica a partir de los años 60 y gracias a las campañas de vacunación, los diversos grupos locales comenzaron a organizarse para reocupar sus territorios tradicionales; de hecho jamás abandonados y continuamente visitados y utilizados por contener sitios históricos, cementerios y recursos naturales esenciales. A partir de los años 80 se produce una tendencia opuesta, o sea, la división de los grupos locales y el surgimiento de nuevas aldeas, un proceso de clara recuperación demográfica y de reconstitución de la situación original tal como estaba documentada en relación al final del siglo XIX.

El trazado del Parque, establecido en 1961, con un área diez veces menor de lo que contemplaba el anteproyecto de 1952, excluía los territorios de varios grupos indígenas, entre los cuales se encontraban los aruak (Waurá y Mehináku) y los carib (Kuikuro, Kalapalo, Matipu y Nahukwá). El Decreto de 1968 modificó los límites meridionales, reconociendo parcialmente el error del Decreto anterior. Permanecieron seccionados, sin embargo, los territorios de los grupos aruak y carib, finalmente incorporados –no íntegramente- al Parque a través del Decreto de 1971 que trazaba la frontera a la altura de la latitud 131 Sur, por encima de la confluencia de los ríos Tanguro y Sete de Setembro. Sitios antiguos y pequizales (concentración de árboles de pequi: Caryocar brasiliense) carib quedaron fueran de la frontera sur del Parque Indígena del Xingu.

La aldea

Foto: acervo do Museu do Índio, s/d.
Foto: acervo do Museu do Índio, s/d.

Las aldeas Kuikuro son como todas las aldeas del Alto Xingu. La organización de las aldeas, la planta circular con la plaza central y los patrones de asentamiento regional son otros elementos de la cultura del Alto Xingu que demuestran continuidad desde épocas antiguas hasta la actualidad.

Las aldeas circulares con la plaza central están estructuradas de acuerdo a principios y orientaciones precisas las que permiten entender la organización política y social de la sociedad del Alto Xingu. Las plazas del Alto Xingu y los caminos radiales (como los grandes caminos de las aldeas prehistóricas) que parten desde la plaza están orientadas según los puntos cardinales  (Norte/Sur, Este/Oeste) así como en relación a los trazos importantes del paisaje local como puertos y puentes. Esa direccionalidad no revela solamente la integración de las varias aldeas a través del territorio sino también demuestra un entendimiento sofisticado del diseño arquitectónico, de la astronomía y de la geometría.

Las casas Kuikuro, como todas las del Alto Xingu, son grandes malocas de base ovalada; su estructura y su construcción revelan un conocimiento arquitectónico extremadamente complejo.  

Actividades productivas

Los fragmentos de cerámica, esparcidos en la superficie de las aldeas del Alto Xingu –antiguos y recientes- proporcionan evidencias claras de la continuidad cultural a lo largo de los casi mil años no sólo en lo que se refiere a la tecnología, sino también en lo que se refiere al rumbo económico básico de todos los pueblos del Alto Xingu que se basa en la agricultura de la mandioca y en la pesca. Otros productos de plantío son la batata (papa dulce o camote), el maíz, el algodón, la pimienta, el tabaco y el urucum (sus semillas son fuente de materia prima para obtener tinturas rojas). En la actualidad también se siembran bananas, sandías, mamones y limones.

El Alto Xingu es un ejemplo de cómo las tecnologías amerindias pueden sostener poblaciones numerosas y sedentarias. A pesar de que el uso del territorio parece haber sido más intenso en los tiempos prehistóricos, los patrones del Alto Xingu proporcionan un modelo importante de cómo una agricultura intensiva, aplicada a un esquema rotativo del uso de la tierra, complejo y de larga duración, puede ser posible en un medio ambiente amazónico. Es un modelo que representa una alternativa a los patrones destructivos de la explotación de la tierra comúnmente aplicados en relación al uso de las tecnologías occidentales en la Amazonía.

Las plantas cultivadas, especialmente la mandioca, constituyen entre el 85 y el 90% de la alimentación. Los Kuikuro conocen 46 variedades de mandioca, todas venenosas, pero sólo seis variedades les proporcionan el 95% de sus cosechas. El pequi (Caryocar brasiliense), sembrado cerca de los campos de cultivo, es una importante fuente estacional de alimento y del mismo se extrae el aceite de pequi utilizado para embellecer y proteger la piel. El urucum, el jenipapo (fruto del jenipapeiro o Genipa americana), la arcilla blanca, el carbón vegetal y las resinas sirven para preparar pigmentos utilizados en la pintura tanto del cuerpo como de los artefactos.

Los campos de cultivo se abren a diferentes distancias de las aldeas, en los bordes de la selva y son trabajados durante tres o cuatro años. Para remover el ácido prúsico de la mandioca venenosa, los Kuikuro, como todos los pueblos del Alto Xingu, desarrollaron una sofisticada tecnología de lavado de la masa obtenida luego de rallar los tubérculos. Con la harina o el polvillo de la mandioca son elaborados el beiju (tipo de masa o torta hecha con la goma de la tapioca o de la masa de la mandioca asada) así como diferentes tipos de bebidas.

La recolección de miel y, estacionalmente, de frutos silvestres, huevos de tortuga y de hormigas complementan la dieta tradicional.

La caza es y no es importante; los habitantes del Alto Xingu no consumen ningún tipo de “bicho de la tierra o de pelo”, con excepción del mono (una especie de Cebus o mono de cola larga). Jacus (aves galliformes) y pavos, algún tipo de palomas, tortugas y monos sustituyen la pesca cuando su consumo es imposible. El consumo de pescado representa el 15% de la alimentación y los Kuikuro conocen casi cien especies de peces comestibles. El Alto Xingu es un mudo de aguas, entre ríos, riachos y lagunas. A los métodos tradicionales de pesca, como el arco y la flecha, las lanzas o diversos tipos de trampas y represas así como con el timbó (planta trepadora), se suman en la actualidad el anzuelo y la línea, el arpón y la red.

La producción tradicional de artefactos, como bancos, esteras, cestos y adornos plumarios, servía y continua sirviendo para usos cotidianos y ceremoniales, para el pago de servicios como los relativos a la magia o para sellar una alianza de casamiento así como para los intercambios ritualizados entre las aldeas denominados ulukí. Los Kuikuro, como los otros grupos carib, participan del sistema económico y ritual del Alto Xingu como especialistas en la fabricación de collares y cintos de caracoles de tierra, bienes de un alto valor. Estos adornos son, muchas veces, utilizados para el pago de las ollas de cerámica hechas por los pueblos aruak de la misma región.

En la actualidad, la fabricación de una variada y abundante cantidad de artesanías –reproduciendo e innovando en los objetos y en los patrones tradicionales- es una fuente de dinero fundamental para la compra de los bienes que se volvieron indispensables como el combustible, el material de pesca, las municiones, las cuentas, los géneros alimentarios que se incorporaron a la dieta (arroz, sal, azúcar, aceite, etc.), sólo para mencionar los más importantes. Un tiempo considerable es, en la actualidad, expendido en la producción de objetos “étnicos” vendidos al por mayor y al por menor en los mercados de “arte indígena” de las ciudades o a los compradores que llegan hasta las aldeas.

Organización social y política

Foto: acervo do Museu do Índio, s/d.
Foto: acervo do Museu do Índio, s/d.

De la continuidad de la organización espacial de la aldea centrada en la plaza se infiere la continuidad en la organización política y ritual. En la plaza se realizan las actividades ceremoniales, especialmente aquellas relacionadas a los ritos de pasaje que caracterizan la trayectoria de los jefes. El complejo sistema de “dueños” y “jefes” regula la dinámica política y la vida ritual, o sea, la propia existencia y reproducción del grupo local (aldea). Existe más de un jefe y más de una categoría de jefatura en la aldea como ser el “dueño (oto) de la plaza”, “dueño de la aldea”, “dueño del camino”. Las mujeres pueden ser jefas. Convertirse en jefe es el resultado, entre otras cosas, de la descendencia bilateral, o sea, posee un componente hereditario pero, sobre todo, es el resultado de una trayectoria política individual, de un esfuerzo del individuo en acumular y mantener su prestigio a través de la generosidad en la distribución de sus riquezas, en su habilidad en tanto líder y representante de la aldea, así como por el conocimiento ritual, de los discursos ceremoniales y se la capacidad oratoria. Los jefes y sus familias se constituyen en una especie de estrato social “noble” diferente de los “comunes”.

Cada casa tiene su “dueño” (oto), el hombre que la construye y el que reúne en torno de si mismo al grupo familiar. Los campos de cultivo tienen “dueño”, el hombre o la mujer que se responsabilizan y dirigen los trabajos de limpieza en el bosque, la preparación del terreno y la plantación. Las aglomeraciones de árboles de peque tienen “dueño”, que es el que los plantó. Cada fiesta tiene su “dueño”, quien patrocina la realización dependiendo del deseo de los habitantes de la aldea, en ocasiones específicas. Ser “dueño” de una fiesta significa tener la capacidad de movilizar el trabajo familiar y colectivo para la producción de grandes cantidades de alimentos y para el pago de variados tipos de servicio.

Parentesco

La unidad básica es la familia nuclear, que puede ser ampliada (familia extendida) incrementando o sumando a otros parientes como viudos e hijos casados. La regla es que el hijo recién casado resida con los suegros, participando de todas las actividades diarias y productivas de la familia de estos últimos (uxorilocalidad). Luego de algunos o muchos años, la pareja puede construir una casa propia.

La descendencia es del tipo bilateral. Los tipos de herencia, inclusive el estatus de jefatura, están establecidos igualmente por línea materna y paterna. La transmisión de los nombres propios es concretada desde los abuelos hacia los nietos, también bilateralmente; de tal manera, un individuo porta todos los nombres por los cuales su madre lo denomina y todos los nombres a través de los cuales su padre lo llama. Los nombres dados algunos meses luego del nacimiento cambian en momentos específicos del ciclo de vida: en la iniciación masculina y femenina y al momento en el que nacen los hijos y nietos. Nuevos nombres pueden ser comprados aunque raramente donados.

El sistema de términos de parentesco presenta una característica dravidiana con oscilación en la clasificación de los primos cruzados. En otras palabras, los primos paralelos –hijos de la hermana de la madre e hijos del hermano del padre- son denominados y tratados como hermanos. La distinción entre primos paralelos y primos cruzados –estos siendo los hijos del hermano de la madre o de la hermana del padre- es fundamental ya que el casamiento preferencial de da con los primos cruzados. Inclusive, los primos cruzados se definen en tanto tales o como paralelos dependiendo de la distancia social o genealógica, con consecuencias en la clasificación de sus descendientes.

Cosmología, chamanismo y cura

Las narrativas tradicionales, que los blancos denominan “mitos” y que los Kuikuro denominan akinhá ekugu (narrativas ‘verdaderas’), relatan cómo el universo existe tal como es y explican el origen de los cantos, fiestas (rituales), bienes culturales, plantas cultivadas y categorías de seres. Todo lo que existe y merece explicación está asociado a una o más narrativas. Giti, Sol, es el héroe cultural por excelencia, y creador, junto a su hermano gemelo Aulukuma, Luna. Los demiurgos, no obstante, incluyen una galería de antepasados de Sol y de Luna y son ellos los descendientes del casamiento entre Atsiji, Murciélago, y Uhaku, un árbol. El tiempo de la creación era (y es) el tiempo en el que los humanos y los no humanos se comunicaban, en el que todos hablaban, en el que los humanos vivían en medio de los itseke. Estos son seres sobrenaturales que poblaron la selva y el fondo de las aguas; son peligrosos, seductores, causan enfermedades y muertes; tienen el poder de transformarse en humanos o en animales. Muchos animales y hasta artefactos tienen una existencia real, actual, adecuada así como una existencia monstruosa, excesiva, como los itseke. Pueden ser, por otro lado, “espíritus” auxiliares de los chamanes (hüati) en su rol de curadores, en sus visiones y viajes que los otros no pueden ver ni experimentar. Solamente los chamanes tienen el poder de relacionarse (peligrosamente) con los itseke; la enfermedad y el sueño son estados que pueden, asimismo, poner en contacto a los humanos en general y a los itseke.

Las máscaras representan varios tipos de itseke en los rituales ejecutados para el restablecimiento del orden, del equilibrio y de la salud. Convertirse en chamán es una elección individual y un llamado sobrenatural cuando acaecen episodios de enfermedades o a través del sueño. El chamán adquiere sus poderes a lo largo de una demorada y difícil iniciación, aprendiendo con otro chamán de mayor edad, sometiéndose a restricciones alimentarias y sexuales, entre otras, que caracterizan los estados de reclusión. El puede, entonces, convertirse en un curador, con una visión excepcional, puede diagnosticar las causas de las enfermedades, muertes, robos, desastres “naturales”, para identificar a los kugihe oto o “dueños” del hechizo. El precio de sus servicios es alto, pago con valiosos bienes. Existe una distinción entre un chamán –y las mujeres pueden serlo- y un kehegé oto o “dueño” de los rezos. Este último aprende y sabe utilizar las “prédicas” para curar diversos tipos de enfermedades o para facilitar el parto.

Las “prédicas” son fórmulas transmitidas de generación en generación, parte en lengua aruak y parte en lengua carib, pronunciadas en forma de susurros en el oído del paciente. Los “bautismos” son semejantes a las “prédicas” y sirven para “bautizar” a los primeros frutos de ciertos alimentos vegetales, como el pequi y el maíz. La cura puede ser realizada también por medio de remedios, gracias al considerable conocimiento de las plantas que crecen en los diferentes ecosistemas del Alto Xingu. Los remedios (embuta) no se utilizan sólo para curar, los habitantes del Alto Xingu producen y utilizan eméticos, antisépticos y sustancias consideradas como fortificantes en los sujetos que se encuentran en períodos de reclusión.

Existe un mundo celeste (kahü, cuyo ‘dono’ es el buitre bicéfalo) en donde los muertos e itseke habitan aldeas. La akunga (‘sombra’, ‘alma’) del muerto se desprende del cuerpo y deambula durante un cierto tiempo entre los vivos para luego emprender un largo viaje de encuentros y batallas con aves y monstruos quienes, en algunas oportunidades, consiguen destruir definitivamente la akunga. Asimismo, los muertos tienen destinos diferentes dependiendo del tipo de muerte acaecida.

Los Kuikuro poseen un sofisticado conocimiento de las estrellas y constelaciones, proyectando en el cielo personajes y acontecimientos míticos. La observación del nacer helíaco de ciertas estrellas regula las actividades productivas y rituales, estructurando las estaciones seca (entre mayo y octubre) y húmeda (entre noviembre y abril).  

Fuentes de información

  • CABRAL, Ana Suelly A. C.; RODRIGUES, A. orgs. Estudos sobre línguas indígenas I (GTLI Niterói). Belém : UFPA, 2001.

 

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