De Pueblos Indígenas en Brasil
Foto: Tiago Moreira dos Santos, 2010.

Munduruku

Autodenominación
Wuyjuyu
¿Donde están? ¿Cuántos son?
AM, PA 17997 (Siasi/Sesai, 2020)
Familia linguística
Munduruku

Pueblo de tradición guerrera, los Munduruku dominaban culturalmente la región del Valle de Tapajós, que en los primeros tiempos del contacto y durante el siglo XIX era conocida como Mundurukânia. Hoy, sus guerras contemporáneas están volcadas para garantizar la integridad de su territorio, amenazado por las presiones de las actividades ilegales de las áreas de extracción de oro, por los proyectos  hidroeléctricos y la construcción de una gran hidrovía en el Tapajós.

Nombre y Lengua

Aldeia Munduruku no rio Canumã. Foto: Ezequias Heringer Filho, 1982.
Aldeia Munduruku no rio Canumã. Foto: Ezequias Heringer Filho, 1982.

Este pueblo indígena pertenece a la familia lingüística Munduruku, del tronco Tupi. Su autodenominación es Wuy jugu y, según los saberes difundidos oralmente entre algunos ancianos, la designación Munduruku, como son conocidos desde finales del siglo XVIII, era el modo como éstos eran denominados por los Parintintins, pueblo rival que estaba localizado en la región entre la margen derecha del río Tapajós y el río Madeira. Esta denominación tiene como significado “hormigas rojas”, en alusión a los guerreros Munduruku que atacaban en masa a los territorios rivales.

La situación socio-lingüísticas de los munduruku es bastante diversificada, como consecuencia de los diferentes momentos de la historia del contacto con los frentes de la colonización, y por la dispersión en diferentes espacios geográficos ocupados por este pueblo. La población localizada en las pequeñas aldeas en las márgenes del río Tapajós  es en su mayoría bilingüe. En la aldea Sai Cinza, aldeas de los ríos Cururu, Kabitutu y otros afluyentes del Tapajós, los niños, las mujeres y los viejos hablan la mayor parte del tiempo únicamente la lengua materna. Hay también casos en que la lengua Munduruku pasa por un proceso de desuso, con dominio casi gexclusivo del portugués, siendo que los niños y jóvenes no hablan plenamente el Munduruku, como por ejemplo, las aldeas del Mangue y Praia do Indio, localizadas en la periferia de la ciudad de Itaituba, y en las comunidades de la Tierra Indígena Coatá-Laranjal, en el Amazonas.

Localización y población

Aldeia Munduruku. Foto: Protassio Frikel, década de 1950.
Aldeia Munduruku. Foto: Protassio Frikel, década de 1950.

Los Munduruku están situados en regiones y territorios diferentes en los estados de Pará (sureste, canal y afluentes del río Tapajós, en los municipios de Santarém, Itaituba, Jacareacanga), Amazonas (este, río Canumã, municipio de Nova Olinda; y próximo a la Transamazónica, municipio de Borba), Mato Grosso (Norte, región del río de los Peixes, municipio y Juara). Habitan generalmente regiones de florestas, en las márgenes de los ríos navegables, siendo que las aldeas tradicionales de la región de origen quedan en los llamados “campos del Tapajós”, clasificados entre las sabanas al interior de la selva amazónica.

La población munduruku se concentra principalmente en la Tierra Indígena del mismo nombre, con la mayoría de las aldeas localizadas en el río Cururu, afluente del Tapajós. Datos más recientes sobre su distribución poblacional y la situación de sus tierras pueden encontrarse al lado en “Tierra habitadas”.

Historia del contacto

Forró na aldeia do Laranjal, no rio Mary-Mary. Foto: Acervo Museu do Índio, 1928.
Forró na aldeia do Laranjal, no rio Mary-Mary. Foto: Acervo Museu do Índio, 1928.

Los Munduruku tienen como su territorio más tradicional los campos interiores del alto río Tapajós. En el mito de origen, Karosakaybo creó a los Munduruku en la aldea Wakopadi, situada en los campos centrales, próxima a las cabeceras del río Krepori, lugar situado hoy en las proximidades del límite este de la tierra demarcada en 2001.

Las primeras noticias sobre el contacto de los frentes colonizadores con los Munduruku datan de la segunda mitad del siglo XVIII, siendo la primera referencia escrita, hecha por el vicario José Monteiro de Noronha, en 1768, que los denominó “Maturucu”, cuando fueron vistos en las márgenes del río Maués, afluente del río Madeira, antigua Capitanía del río Negro – actual Estado del Amazonas -, donde actualmente existen comunidades de esta etnia cuya historia de contacto y relaciones con la sociedad nacional presenta aspectos distintos de las comunidades Munduruku, situadas en la región del alto Tapajós. Hoy, la mayor parte de la población Munduruku de la cuenca del río Madeira habita la Tierra Indígenas Coatá-Laranjal, que tuvo los trabajos de demarcación física concluidos también en 2001. Hay registros también de comunidades fuera de los territorios demarcados, a lo largo de la carretera Transamazónica, próximas al municipio de Humaitá, en el Amazonas.

En la región del bajo río Tapajós, próximo a Santarém, en los últimos años algunas comunidades en proceso de afirmación de su identidad étnica se reconocen como Munduruku.

La expansión territorial de este pueblo indígena ocasionó diferentes historias de contacto, y es mejor comprendida en el abordaje hecho en la historiografía cuando los Munduruku son presentados como una nación audazmente guerrera, que realizaba grandes excursiones del río Madeira al Tocantins, con la finalidad, entre otras, de obtener como trofeos las cabezas  de los enemigos que eran momificados y a las cuales se les atribuían poderes mágicos. Los Munduruku dominaron bélica y culturalmente el Valle del Tapajós desde el finales del siglo XVIII, región conocida secularmente como Mundurukânia, donde permanecen hasta los días de hoy, sea en las tierras reconocidas oficialmente, sea viviendo en pequeñas comunidades próximas a los ríos como por ejemplo, la de Mamãeanã , São Luís y Pimental, estas últimas situadas a apenas una hora de motor de popa del municipio de Itaituba.

Los Munduruku solamente fueron vencidos por los colonizadores después del envío de varias expediciones y tropas de rescate organizadas por los portugueses, en retaliación a la resistencia que los indígenas hacían a través de ataques a los pueblos, que finalizaron con la adopción de una relación supuestamente amistosa que algunos estudiosos caracterizaron como “acuerdos de paz” entre los jefes Munduruku y las autoridades coloniales en el cruce de los ríos de la región del bajo Madeira/Tapajós, al final del siglo XVIII, como por ejemplo, el apaciguamiento de las relaciones con los habitantes de la Villa de Santarém. A partir de entonces fueron ubicados en aldeas de misioneros, insertados en la exploración de las llamadas drogas del “sertão” (cumaru, cacau, etc.), considerando que algunos grupos continuaron guerreando contra las etnias rivales, favoreciendo de cierta forma la acción de los colonizadores en la ocupación de la región.

Como consecuencia de las vastas áreas que ocupaban y en que deambulaban, los contactos de los Munduruku con los frentes de expansión, resultaron en el surgimiento de aspectos diferenciados de la cultura entre los indígenas localizados en las márgenes de los ríos Tapajós , río Madeira, Cururú y en una área de ‘cerrado’ conocida como Campos de Tapajós, región donde se encuentran las aldeas más tradicionales, y escenario de buena parte de la mitología de este pueblo.

Ciclo del caucho

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la expansión de la economía de extracción consolidó la explotación de caucho (castilloa elástica y hevea brasiliensis), dando origen al llamado “Ciclo del Caucho”, insertando al Amazonas en el mercado capitalista internacional. Este hecho acelera el proceso de ocupación no-indígena en el alto Tapajós y las demás áreas de concentración de las llamadas gomas elásticas, especialmente a partir del final del siglo, con el desplazamiento de millares de trabajadores de la región del Nordeste del Brasil, que fueron sometidos como mano de obra compulsiva en la explotación del caucho, dentro del sistema conocido como ‘barracón’, controlado por los dueños de las áreas de caucho. Este cuadro económico provocó la invasión de los territorios indígenas, obligando al constante desplazamiento de las sociedades nativas en toda la región amazónica.

Para los Munduruku, estos acontecimientos, junto con el primer conjunto de aldeas de los misioneros que se establecieron en la parte alta de las cascadas del Tapajós, marcan un ciclo en su historia por representar la presencia continua de no-indígenas en una región anteriormente bajo su control. El primer conjunto de aldeas en esta región, conocido como Misión Bacabal, fue establecido en 1872, abajo de la desembocadura del río Crepuri, bajo el control de los padres franciscanos. Sin embargo, las aldeas tradicionales situadas en lugares de difícil acceso, o sea, en los campos, permanecieron autónomas durante mucho tiempo, existiendo registros de viajeros y cronistas que pasaron por la región sobre las incursiones guerreras de los Munduruku hasta el comienzo del siglo XX.

Los estudios de historia y antropología atribuyen al comercio que era realizado por los ‘regatões’ –comerciantes que recorrían los ríos vendiendo diversos productos (azúcar, tejidos, sal, aguardiente, etc) a partir del fin del siglo XIX – una influencia preponderante sobre el desplazamiento de los Munduruku de las aldeas tradicionales del campo hacia  las márgenes de los ríos navegables de la región, particularmente el Tapajós y el Cururú. Según esta versión, los Munduruku de las aldeas del campo comenzaron a desplazarse en la estación de la seca para las márgenes del Tapajós con la finalidad de efectuar el intercambio de caucho y los productos de la selva por bienes industrializados, y de esta forma fueron estableciéndose en las márgenes de los ríos.

No obstante, en la tradición oral de este pueblo las explicaciones son otras. Aún cuando también narren los desplazamientos estacionales para el río Tapajós y, posteriormente para el río Cururu, otros factores fueron decisivos para la localización en las márgenes de los ríos, como por ejemplo una gran epidemia de sarampión ocurrida al inicio de la década de 1940, cuando una parte significativa de la población fue diezmada inclusive causando la muerte de los jefes de las grandes aldeas tradicionales de los campos.

Esta tendencia al desplazamiento, inclusive en las primeras décadas después del establecimiento de la Misión San Francisco en el río Cururu, en 1911, mantenía un carácter estacional, esto es, las idas de los Munduruku hacia las márgenes del Tapajós y Cururu ocurrían en el período de la seca. Más tarde, el Servicio de Protección a los Indios (SPI) llega a la región, creando en 1940 el Puesto de Atracción Kayabi, en el río São Manoel, y en 1942 el Puesto Indígena de Atracción Munduruku, en el río Cururu, al lado de la Misión Franciscana, contribuyendo a la aceleración y consolidación del proceso de desplazamiento de los Munduruku, como también de los Kayabi y Apiaká. Ambas instituciones ejercieron papeles importantes en la consolidación del trabajo de extracción de caucho entre los indígenas, atrayendo el desplazamiento de gran parte de la población de los campos para el río Cururu.

Es un hecho también, que tanto la Misión San Francisco como el SPI contribuyeron en la manutención del espacio territorial de los Munduruku frente al asedio del frente de expansión de carácter de extracción, que fue marcado por dos períodos de mayor intensidad: el primero,  comprendido desde 1880 a 1920, cuando floreció la economía y la cultura gomífera en toda la Amazonía, cuyo declive ocurrió como consecuencia de la competencia de los caucheros ingleses en Malasia; y el segundo durante la Segunda Guerra Mundial y la década de la post-guerra, debido a la suspensión de las relaciones económicas con el Extremo oriente, cuando, con el apoyo del gobierno americano, el Brasil adoptó una expresiva política de incentivo a la producción del caucho, creando líneas de financiación para las actividades y estimulando el desplazamiento de nordestitos para trabajar como caucheros, denominados oficialmente como “soldados del caucho”.

Presencia Misionera

La Misión Católica, además de haber ejercido influencia en la concentración de la población en las márgenes del río Cururu, difundió los principios del catolicismo, como la obligación del bautizo del recién nacido y del matrimonio religioso. Sin embargo, en relación al mundo de la religión indígena, inclusive considerando que las prácticas de conversión no son diferentes en esencia de las practicadas en el periodo colonial, con la condenación de los rituales de los chamanes, los avances en términos de conversión católica pueden ser considerados modestos, considerando que los Munduruku son extremamente ligados al mundo de su religión tradicional.

La Misión ejerce todavía hoy atribuciones importantes en el campo de la educación y de la salud. En los últimos tiempos, aunque en desacuerdo con las creencias indígenas, la iglesia ha buscado contribuir en el proceso de organización y preparación de los Munduruku, con el fin de la demarcación y protección de sus tierras y apoyando las reivindicaciones de sus derechos.

Vale recordar que en la aldea Sai Cinza, en el río Tapajós, hace más de treinta años está localizada la Misión de la Congregación Bautista, que ejerce dentro de sus objetivos una actividad religiosa de eficiencia considerable, paralela a la resistencia de la tradición cultural Munduruku. Tanto la Misión Bautista, como la católica, tuvieron una participación importante en la educación escolar, contribuyendo a difundir la escritura en la lengua mundurukú entre los jóvenes. Hoy, a pesar de no abdicar del papel evangelizador, busca integrarse a las cuestiones y problemas actuales enfrentados por la población, apoyando la lucha de los Munduruku.

Organización Social

Mulher munduruku com orifício labial. Foto: Protassio Frikel, década de 1950.
Mulher munduruku com orifício labial. Foto: Protassio Frikel, década de 1950.

La sociedad Munduruku dispone de una organización social basada en la existencia de dos mitades exogámicas, que son identificadas como la mitad roja y la mitad blanca. Actualmente, existen cerca de 38 clanes más conocidos, que están divididos entre las dos mitades, en donde se originan no solamente las relaciones de parentesco, sino también, diversos significados en la relación con el cotidiano de la aldea, con el mundo de la naturaleza y de lo sagrado.

En la organización de la sociedad Munduruku, la descendencia es patrilineal, esto es, los hijos heredan el clan del padre, pero la regla de residencia es matrilocal, condicionando al joven recién casado a vivir en la casa del suegro, a quien debe prestar su colaboración en las tareas de hacer plantíos, pescar, cazar y todas las demás actividades relacionadas a la manutención de la casa, incluyendo acompañar a la familia en los trabajos de extracción y recolección en las áreas de caucho y de castaña. Generalmente, este período de residencia corresponde a los primeros años de matrimonio, hasta el nacimiento del segundo hijo; después de esta fase el marido provee la construcción de la casa para su familia.

En los últimos años, en algunas familias y aldeas, entre las actividades productivas se incluye el trabajo en las áreas de extracción de oro, realizado generalmente en la región de los ríos Kaburuá y Tropas, con la explotación de pequeñas grutas. Pero esta necesidad ha sido amenazada por la inclusión de los ancianos indígenas en el recibimiento de los beneficios sociales del INSS. Esto ocasionó algunas transformaciones en el papel de proveedor y en la fuente de renta dentro de las familias. Los beneficios recibidos generalmente son socializados, con especial atención para los nietos, siendo que la mayoría de las veces contribuyen para la adquisición de productos que antes sólo eran accesibles a través del trabajo de extracción del caucho y de otras actividades de explotación de los recursos naturales.

Siendo clanes exogámicos, una persona perteneciente a una determinada mitad sólo puede contraer matrimonio con una persona de la mitad opuesta. Así, una persona del clan Bõrõ, uno de los muchos clanes de la mitad blanca, sólo podrá casarse con alguien de un clan perteneciente a la mitad roja, como Karo. Las posibilidades son variadas, siendo que entre los de la mitad blanca están: Kirixi, Akai, Saw y otros; en la mitad roja: Kabá, Tawé, Wako y otros. Los nombres de los clanes corresponden a diferentes elementos de la naturaleza, como los árboles, pájaros y mamíferos, que hacen parte de la rica cosmología de los Munduruku, estando muchas veces presentes en las narrativas y en las canciones tradicionales que explican el mundo y las relaciones de los hombres dentro de este.

El matrimonio preferencial es realizado con los primos cruzados, lo que significa que el joven o la joven tienden a casarse con la hija del hermano de la madre o con el hijo de la hermana del padre, respectivamente. Por las informaciones que obtuve, el casamiento entre los Munduruku nunca fue objeto de grandes rituales, a pesar de presentar reglas claras y precisas de noviazgo, pedido de matrimonio, aproximación y consolidación. Está permitida la separación. El matrimonio es una esfera de las relaciones sociales muy importante para el equilibrio de la sociedad, esencial para la buena relación de las familias, para las relaciones de intercambio y de solidaridad y para la organización política de la comunidad.

Aspectos Culturales

Aldeia Coatá, no rio Canumã. Foto: Ezequias Heringer Filho, 1982.
Aldeia Coatá, no rio Canumã. Foto: Ezequias Heringer Filho, 1982.

A partir del contacto con los frentes económicos y las instituciones no indígenas (misión y SPI), varios aspectos de la vida cultural de los Munduruku sufrieron transformaciones. Siendo un pueblo guerrero, varias expresiones culturales significativas estaban relacionadas a las actividades de guerra, que tenían un carácter simbólico de peso para la constitución del hombre y de la sociedad Munduruku. Los desplazamientos de las aldeas tradicionales a las márgenes de los ríos, formando pequeños núcleos poblacionales, contribuyeron también a la desaparición de la casa de los hombres, unidad importante en la aldea tradicional y en la permanencia de algunos rituales de carácter colectivo que estaban relacionados a las actividades de provisión de alimentos, divididas entre la estación de la seca (abril a septiembre) y la estación de las lluvias (octubre a marzo). Entre estos rituales estaba el de la “Madre de la Selva”, realizado al inicio del período de las lluvias, con el objetivo de obtener el permiso para las actividades de caza, protección en las incursiones por la selva y buenos resultados en la caza. Algunos elementos de esta actividad todavía están presentes, o fueron recreados con nuevos significados, especialmente en la relación del respeto con los animales cazados, en las prácticas del cotidiano del hombre cazador para obtener caza y en las reglas alimenticias.

Los Munduruku mantienen algunas prácticas culturales relacionadas a la pesca, actividad de mayor intensidad en el verano, entre las cuales están los juegos que anteceden a la pesca con ‘timbó’, una raíz que después de ser triturada es usada en los ríos para facilitar la captura de los peces. Generalmente, el día anterior a la “tingüejada”, la raíz del timbó se tritura sobre troncos, donde es batida de forma rítmica con pedazos de palos por los hombres. Las mujeres, especialmente las jóvenes, recogen el ‘urucú’ o la savia en forma de goma blanca de un arbusto llamado ‘sorva’, y pasan a perseguir a los hombres, con la finalidad de pasar estos productos en sus rostros y cabellos; estos huyen y se configura un juego por toda la aldea. Para los Munduruku esta es una forma de alegrar a los peces y obtener abundancia en la pesca del día siguiente.

Actualmente, en algunas aldeas todavía se tocan periódicamente las flautas ‘parasuy’, instrumentos importantes en la mitología Munduruku. Pero los ‘tocadores’ son hombres viejos, lo que compromete la continuidad de la tradición. Sin embargo, han surgido por parte de los jóvenes, especialmente profesores y nuevos líderes, iniciativas que buscan la preservación de las canciones y músicas tradicionales.

La riqueza de la cultura Munduruku es extraordinaria, incluyendo un repertorio de canciones tradicionales de musicalidad y poesía poco común, que versa sobre las relaciones del cotidiano, frutos, animales, etc. La cosmología presenta narrativas que incluyen el conocimiento de los astros, constelaciones y de la Vía Láctea, llamada kabikodepu, donde son identificadas las estrellas que la componen.

Religiosidad

En las prácticas religiosas los chamanes ejercen un papel primordial de cura a través de la manipulación de las hierbas, sahumerios y contacto con el mundo de los espíritus. La religiosidad tradicional está  muy presente entre los Mundurukú, inclusive con las transformaciones sufridas por la colonización. La religiosidad está presente en todos los aspectos de la vida cotidiana, rigiendo las relaciones con la naturaleza, las prácticas del mundo del trabajo y las relaciones sociales.

Está la presencia de dos misiones religiosas. La Misión São Francisco, localizada en la aldea Misión, en el río Cururu, instalada en 1911; y la Misión Batista, que inició sus actividades a finales de la década de 1960, situada en la aldea Sai Cinza, en el río Tapajós, a una distancia de cerca de 40 minutos en lancha de la pequeña ciudad de Jacareacanga. Como dije anteriormente, las interferencias en la vida cultural y religiosa de los Munduruku en su mayoría, a pesar de participar de los rituales católicos y protestantes, difícilmente pueden ser considerados como plenamente convertidos. Actualmente, no hay más una objeción abierta por parte de las Misiones a las prácticas de chamanismo. Y, por lo que parece, los Munduruku no le conceden gran importancia a las condenas hechas por las religiones cristianas a su religiosidad tradicional. La presencia de misiones de diferentes religiones no causó entre los Munduruku rivalidades o disputas de este cuño, hecho que puede significar que ellos poseen soluciones e interpretaciones propias en relación a la religión.

Cultura Material

En la cultura material se destacan los cestos y los trenzados, que son las actividades masculinas, cabiendo al hombre la confección del ‘Iço’ –cesta con la cual las mujeres cargan las frutas y los productos de las plantaciones -, los coladores y demás utensilios de uso doméstico hechos con fibras naturales.

En las cestas de los Munduruku son grabados dibujos con urucu, que identifican al clan del marido. Así, por ejemplo, los paños para cargar a los niños que son confeccionadas por las mujeres con la fibra extraída de un árbol, identifican, con el color natural rojo o blanco, la mitad exogámica a la cual el niño pertenece.

Algunos hombres y especialmente las mujeres son eximios en la confección de collares con figuras zoomorfas (peces, tortugas, gato de la selva, caimán, etc.) esculpidos con las semillas de inajá y tucumã.

La cerámica, actividad femenina por excelencia, está casi desaparecida, habiendo algunas mujeres en las aldeas Kaburuá y Kato que todavía dominan las técnicas tradicionales. Hay informaciones de que entre los Munduruku de la tierra indígena Coatá, en el estado de Amazonas, esta práctica está más presente.

El arte de tejer, principalmente, redes de algodón, también está en desuso, a pesar de contar con un número considerable de mujeres adultas y viejas que tienen el conocimiento de la técnica, y que a veces confeccionan para la venta como artesanía.

Sistema productivo

Crianças Munduruku voltam da pesca. Foto: Protassio Frikel, década de 1950.
Crianças Munduruku voltam da pesca. Foto: Protassio Frikel, década de 1950.

Los medios de vida relacionados a la producción y la obtención de los alimentos entre los Munduruku constituyen de manera predominante el campo de la economía tradicional. A pesar de la inclusión de algunos productos no indígenas en los hábitos alimenticios, que necesitan ser comprados regularmente, entre los cuales los más presentes son: la sal, el café y el azúcar.

La agricultura es practicada conforme los conocimientos inmemoriales, en tierra firme, con pleno aprovechamiento de los espacios. Los cultivos más presentes son: los diferentes tipos de yuca, bananas, papas, caña y cará. Los árboles frutales son plantados la mayor parte de las veces en los caminos entre las siembras.

En la división social del trabajo, cabe al hombre hacer el derrumbe de la selva donde se abrirán las plantaciones. La limpieza después de la quema, normalmente es realizada por toda la familia. La plantación de la yuca se hace con la participación del hombre y de la mujer, otros cultivos como el de papa, cará, piña y pimentón son realizados apenas por las mujeres. Normalmente las actividades de limpieza de los plantíos y de recolección son hechas por las mujeres.

Actividades como la pesca, la caza y la recolección tienen relevancia en la obtención de los alimentos y se organizan de acuerdo con las estaciones del año. La pesca, por cierto, constituye actualmente la principal fuente para obtener la proteína animal, siendo realizada cotidianamente en la estación seca con buenos resultados, y menos practicada en el período de las lluvias, cuando los ríos se llenan formando ‘igapós’ (ecosistemas inundados periódicamente por las aguas de los ríos durante la estación lluviosa) y dificultando la actividad.

La recolección de frutas es realizada en diferentes períodos del año de acuerdo con la cosecha de cada una (açai, patauá, bacabo, uxi, juba, pupunha, murici, ingá, castanha, etc.). Los densos jugos, llamados en la región de vinos, tienen un papel importante en la alimentación, especialmente durante el período de las lluvias, cuando los peces escasean, y componen, al lado de la harina y la carne de caza, la base de la alimentación durante el invierno.

En cuanto a los medios para la obtención de rendimientos que posibiliten la adquisición de los productos (sal, azúcar, ropas, sandalias, combustibles, etc.), los Munduruku actualmente desarrollan actividades de producción de la harina en algunas comunidades del río Tapajós, recolección de castañas en muchas comunidades de los diferentes ríos y la producción de caucho – está dígase de paso, cada vez menor por los bajos precios ofrecidos. Como ya fue abordado en el ítem “Historia del Contacto”, los Munduruku sirvieron de mano de obra en los períodos dorados de la extracción del caucho, de forma que esta actividad acabó siendo incorporada en su universo cultural.

Oro en el Tapajós

Después de la caída de los precios del caucho, la región del río Tapajós fue descubierta al final de la década de los 50 como gran productora de oro. Este movimiento se intensificó después de la construcción de la carretera Transamazónica, en 1972, y tuvo su auge durante el período de 1975 a 1990. Los Munduruku comenzaron a participar de los trabajos de explotación aurífera con mayor intensidad a partir de la década de los 80, haciendo “reco” (trabajo con batea en los lugares ya explotados por máquinas, en el intento de encontrar chispas de oro), durante el período de intensa explotación de las áreas de extracción en los ríos Tapajós y São Miguel, y también, visitando las explotaciones de los no-indios en las áreas de extracción de ‘baixão’ (nombre dado al lugar de trabajo de las actividades de extracción, formado por excavaciones rectangulares en las márgenes de los ríos realizadas con herramientas y máquinas). Por esta época, por iniciativa propia, dieron inicio a la extracción en el lado este de la tierra indígena, entre los ríos Cabitutu, Kaburuá y Tropas. Muchos lugares de explotación fueron abandonados por el bajo rendimiento, sin embargo, la producción de oro en pequeñas cantidades todavía garantiza algunos rendimientos para muchos jóvenes padres de familia.

En los últimos años, con el debilitamiento de la explotación aurífera en toda la región y la conciencia de los daños socio-culturales y de salud causados por estas actividades a la población, algunas comunidades indígenas volvieron a interesarse nuevamente por las actividades forestales renovables, intentando encontrar alternativas de aprovechamiento para agregar valor a los productos como el caucho, la castaña y copaíba. Este proceso todavía se encuentra en una fase embrionaria, necesitando de la elaboración de proyectos específicos con el objetivo de obtener recursos que financien las actividades. De todas formas, el tema está vinculado a las discusiones que los Mundurukú han mantenido en los últimos años, volcadas hacia la defensa del territorio, la preservación de los recursos naturales y de la cultura.

Organizaciones Indígenas

Los Munduruku participaron de la segunda Asamblea de Jefes Indígenas realizada en Brasil, que ocurrió en mayo de 1975, en la aldea Misión Cururu, con la presencia de líderes de varias etnias (la primera Asamblea ocurrió en la sede de la Misión Anchieta, en abril del 74, y no contó con representantes Munduruku). Las primeras Asambleas por iniciativa de los líderes y con la participación de caciques y representantes de la mayoría de las aldeas Munduruku ocurrieron en los años de 1985/86, y tenían como tema principal la demarcación de la tierra, además de la discusión sobre los problemas relacionados con la educación, la salud, el medio ambiente y otros proyectos orientados hacia la economía de las comunidades. Pero los encuentros sólo comenzaron a ser registrados a partir de la realización de la I Asamblea General del Pueblo Munduruku, en 1989. Con el pasar de los años la organización fue madurando, la participación fue creciendo y las discusiones se ampliaron.

Como medio de organización formal, los Munduruku del alto río Tapajós crearon en 1991 la Asociación Indígena Pusuru, por iniciativa de algunos líderes y con el objetivo de organizar las reivindicaciones volcadas para la demarcación de la tierra, como también para desarrollar las acciones referentes a la defensa del medio ambiente, educación, salud y otros problemas enfrentados por la población. Durante el mismo año, los líderes entendieron que era necesaria una forma de organización que ejerciera un papel político más directo, orientando las discusiones y posibilitando la participación amplia de los representantes de varias comunidades Munduruku. Surgió entonces el Consejo Indígena Munduruku del Alto Tapajós (CIMAT).

Durante 2002 fue realizada la XVI Asamblea General, la primera después de la conclusión de los trabajos de demarcación de la tierra, por la cual muchos líderes junto a sus comunidades lucharon.

No obstante, los desafíos son muchos. La difícil localización, entre otros factores, desestimula las relaciones de intercambio más constantes con otras entidades indígenas, el conocimiento de otras experiencias y la búsqueda de aliados para enfrentar los problemas contemporáneos. La organización de los Munduruku, como la de muchos pueblos indígenas en Brasil, vive una situación de casi aislamiento que dificulta una madurez política mayor, quedando sujeta, muchas veces, a la interlocución desfavorable con los agentes locales que no tienen compromiso con los derechos indígenas.

Aun con esta situación, las dos entidades actúan juntas y vienen realizando varias acciones importantes para el fortalecimiento del pueblo Munduruku. Presentaron, en 1998, un proyecto que fue aprobado por el PPTAL (Proyecto Integrado de Protección a las Tierras y a las Poblaciones Indígenas del Amazonas Legal Brasileña), cuando fue implementada la red de radiofonía coordenado por la Pusuru y el CIMAT, estableciendo la comunicación entre 10 aldeas localizadas en puntos importantes para la protección del territorio, y para la articulación de las actividades, hecho que contribuyó para mejorar la comunicación y el intercambio, consolidando la organización.

Durante 2001, las entidades ejecutaron, con el apoyo del PPTAL, el proyecto de Acompañamiento de la Demarcación de la Tierra Indígena Munduruku, siendo que en 2002 fue ejecutado el Proyecto de Fiscalización de la referida Tierra Indígena, renovado recientemente. La Pusuru y el CIMAT coordinan las actividades de movilización de los Munduruku, encaminan las reivindicaciones de sus derechos y son interlocutoras en las relaciones con las instituciones públicas. Para atender estos objetivos, fue instalada una sede en la ciudad de Jacareanga.

Sin embargo, la interferencia de los poderes públicos locales en las cuestiones relacionadas a la vida de los Munduruku ha sido cada vez más presente. Este hecho aliado a la omisión y desinterés de la Funai regional en las cuestiones relativas a sus atribuciones han representado una seria amenaza al proceso de consolidación de la organización de los Munduruku de forma autónoma e independiente.

Escuela

Otro aspecto que merece registro en el proceso de organización de los Munduruku es el interés que ellos siempre tuvieron en la mejoría de la educación escolar. Muchas de las escuelas existentes surgieron por iniciativa de las comunidades, siendo que varios profesores indígenas actuaron durante años como voluntarios, contribuyendo para la alfabetización y el sentimiento de compromiso de muchos jóvenes que se encuentran hoy participando de las acciones de interés comunitario. Los trabajos de capacitación de los primeros profesores fueron iniciados a partir de la mitad de la década de 1970, con el apoyo del SIL (Sociedad Internacional de Lingüística) y de la Misión São Francisco.

Después del largo intervalo, las actividades escolares fueron retomadas con un nuevo formato y nuevos principios a finales de la década de 80, algunas por iniciativa del CMI (Concejo Indigenista Misionario) y otras de la Funai. Actualmente se encuentra en vigor el Proyecto de Formación de Magisterio Indígena Munduruku, bajo la coordinación de la Funai y en alianza con la Sección de Educación Indígena de la SEDUC-PA (Secretaria de Educación de Para), contando también con el apoyo de las entidades Munduruku y de la Misión Batista y la Misión Cururu. El curso, dividido en módulos e iniciado en 1998, está en proceso de reconocimiento por el Concejo Estatal de Educación del Para.

Salud

Entre los problemas contemporáneos enfrentados por los Munduruku, especialmente los localizados en las comunidades de la región del río Tapajós, no puede dejar de ser registrada la situación de precariedad de la asistencia a la salud. La atención a la salud indígena en la región es coordenada por la Funasa (Fundación Nacional de Salud), a través de un convenio con la Alcaldía de Jacareacanga.

Los problemas de salud se acumulan con el pasar del tiempo, a pesar de que algunos aspectos han sido objeto de estudios realizados hace algunos años, como la contaminación por mercurio citada anteriormente, y la gran incidencia de hepatitis B, apuntada por los estudios del Instituto Evandro Chagas, desde el inicio de la década de 90. Paralelamente a estas enfermedades, los  numerosos casos de tuberculosis, malaria e infecciones respiratorias, ocasionan muchas muertes, y continúan siendo preocupantes. La participación y el control social en la política de salud son todavía muy débiles, y no tienen articulación suficiente para fiscalizar y demandar sus derechos, teniendo una ejecución que no atiende de forma mínimamente satisfactoria las necesidades de salud del pueblo mundurukú.

Otro problema que ha interferido en la salud de los munduruku, es el relativo a las relaciones establecidas con una frecuencia cada vez mayor con la ciudad de Jacareacanga, municipio implantado en 1993, incluyendo casos de éxodo de familias enteras. Han sido cada vez más frecuentes los casos de enfermedades sexualmente transmisibles, y los prejuicios sociales causados por la asiduidad con que los jóvenes se desplazan hasta la referida ciudad.

En las otras localidades

Los Munduruku que están en las otras áreas también han trazado caminos semejantes en la lucha por sus derechos y en la consolidación de sus organizaciones. En la Praia do Indio y en el Mangue, tierras pequeñas en la ciudad de Itaituba, existe la Asociación Pari´rip y un proyecto de revitalización de la lengua y de la cultura iniciada por la Escuela Indígena, que la comunidad mantiene con el apoyo de una organización no- gubernamental y de la Funai.

En la Tierra Indígena Coatá-Laranjal, en el Amazonas, la demarcación también fue acompañada por la Asociación Indígena existente a través del proyecto financiado por el PPTAL (Proyecto Integrado de Protección a las Tierras y a las Poblaciones Indígenas del Amazonas Legal Brasileña). Actualmente, existe en la comunidad un proyecto de producción de melaza de caña de azúcar y panela, financiado por la Funai a través de la Administración Regional de Manaos.

Durante los últimos años, los Munduruku de estas diferentes áreas han buscado formas de aproximación y contactos más regulares con el objetivo de intercambiar experiencias y compartir aspectos de la cultura. Este es un deseo que, a pesar de las dificultades y caso se realice, podrá generar conocimientos y alternativas inéditas para caminar y enfrentar nuevos desafíos.

Fuentes de información

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